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!Canalla ¿Satisfecho con mi muerte?

Capítulo 10
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Capítulo 10

Luchaba con todas mis fuerzas, gritando por ayuda, mientras la desesperación casiengullia por

completo.

“¡Ya basta!”, finalmente, Renán le una patada a Benito, sabia que le molestaba que otros tocaran sus cosas. No le importaba nada de mi, pero como élhabía tocado, se sentía con el derecho de consideracomo su posesión más barata.

Cai al suelo, abrazánda mi misma y ajustando mi ropa con fuerza. Y, Renán, como si hubiera perdido el interés,miró con sus ojos fríos: “Lárguense todos!”.

Benito y los demás sabían leer el ambiente; al ver que él estaba enojado, se levantaron y se fueron uno

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tras otro.

En la habitación solo quedamos él y yo, se levantó yuna patada con desprecio: “Escuché que hoy fuiste a ver a Cecilio, ¿así de fácil eres? ¿Es que te lanzas a él para que se acueste contigo?”.

Cecihabía sido mi compañero en la universidad, había estado cortejánddurante años, era un hombre muy bueno. Ese día fui a verlo porque iba a irse al extranjero a estudiar,dijo que había conseguido una plaza para mi para estudiar en el extranjero, que lo pensara bien, y que le diera una respuesta cuando estuviera segura. Aunque nogustara él,apreciaba por mi talento y me esperaría. Para ser honesta, esa ideatentó; después de todo, Renán noamaba, sabía que nunca se casaría conmigo.

Le dije que lo pensaría bien, porque en ese momento todavía fantaseaba con que tantos años de esfuerzo podrían traducirse en un poco de amor de su parte. Pero lo que realmentellevó a la

desesperación ydecidió a irme, fue esa noche,

“Nayra, ¿él te tocó?”, esa noche, Renán había bebido y estaba como loco. Pero,abracé a mí misma, sin responder.

“¡Te estoy hablando!”, pateó la mesa de café con rabia ymiró con furia. Yoasusté y negué con la cabeza llorando.

“¡Te prohibo que vuelvas a verlo, oiste!”,agarró del cabello, amenazándcon no ver a ningún hombre más que a él. Asentí asustada, pero él nodejó en paz,miró con repulsión, con sus ojos llenos de desprecio.

“Renán no fui yo quien le dijo a tu madre que quería casacontigo, fue ella quien dijo que teníamos un compromiso,preguntó…”, su miradaatemorizó, intentaba explicacon desesperación.

Mi camisa, desgarrada por Benito, colgaba deshecha sobre mi hombro. Estaba completamente empapada, y en ese momento debi parecer especialmente sucia y barata, y él parecía enojado, levantó una botella de la mesa y la vació sobre mi cabeza diciéndome: “Estás sucia, lávate bien”.

Cerré los ojos con miedo, dejándolo hacer lo que quisiera,decía a mí misma que era mi culpa, quel esa noche pagaria mi deuda y que mañana solicitaria la oportunidad de estudiar en el extranjero, me iría lejos de él.

Pensé que, después de decitodo eso,dejaria en paz, pero él estaba como poseído, tomó mil barbilla ybeso, pensé queencontraría sucia, Cada vez quedespreciaba, nunca dejaba de torturarme. Pero, en el salón privado del clubtocó como quiso sin importarle en lo más minimo lo que yo sintiera.

“Renán, por favor, vámonos a casa, ¿si?”, le supliqué desesperadamente, pero no sirvió de nada. Cuando el camarero entró a la habitación,acurruqué en sus brazos, aterrada hasta el extremo.

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Capitulo 10

En ese instante, también sentí que estaba sucia, barata y despreciable.

“¡Fuera de aqui!”, Renán gritó con furia.

El camarero cerró la puerta de inmediato, con miedo. Nunca olvidaré la mirada quedio, como si me viera como una prostituta barata.

“¡Renán!”, grité y le di una bofetada. “¿Por quéhaces esto? ¿Qué he hecho mal?”.

“¿Qué has hecho mal? Yuria todavía está en el hospital, ¡dqué has hecho! ¿Por qué no te mueres, eh?”,agarró de la barbilla con violencia.

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