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48
Ethan y Dixon se miraron, en medio de la oscuridad delante de aquella puerta subterránea el brillo de los orbes dorados de
ambos era muy intenso dando a entender lo cerca que estaban de su parte más salvaje y primitiva que les dictaba salvar a su
mate. Ethan puso la mano sobre la madera vieja, húmeda y agrietada. Aquel lugar oscuro y estrecho olía realmente mal, casi
impidiéndoles respirar, sin contar que no había ninguna ventilación, No podían creer que su loba estuviera ahí.
Cerró los ojos y aspiró. Espero por unos segundos intentando sentir el lazo y estaba allí, palpitando fuerte, Clara estaba detrás
de esa puerta.
Clara sollozaba apretando las piernas contra su pecho, intentando hacerse más pequeña en una esquina. Estaba adolorida,
aterrada y sola otra vez en medio de aquella oscuridad. Solo que esta vez, dado que sus ojos se habían recuperado bastante
podía divisar la entrada y lo rugoso de la pared. Aun así, la imagen no era agradable, solo le recordaba que se encontraba
atrapada en aquel pequeno y mustio lugar,
Entonces su corazón palpitó y alzó la cabeza con los ojos muy abiertos. Era muy nulo pero lo sentía, del otro lado había algo
que la estaba llamando. El temblor en su cuerpo disminuyó un poco. Acaso... La puerta se estrelló con un sonido seco y
astillándose contra la pared al lado de ella. Los pedazos de madera y polvo cayeron sobre ella que gritó y se cubrió. – Imbécil,
casi la matas- la voz familiar de una de sus mate se escuchó y supo que eran Ethan.
– Tú también pateaste la puerta- esta vez fue Dixon quien habló y caminó al interior con pasos que renovada en el piso podrido
amenazando con hundirse bajo el peso del lobo.
reemplazando el asqueroso que había. Dixon se acercó a la loba en una esquina luego de encontrarla y alzando una mano
intentó retirar el polvo sobre ella, mas la loba gimió por lo bajo e intento huir de su toque.
La loba se había vuelto a envolver entre sus brazos e intentaba fundirse con la pared. Eso no le gustó a Dixon. Otra vez lo
estaba rechazando.
– Vivimos a sacarte de aquí- dijo él con voz grave dado que casi antes se transformaba y porque intentaba controlarse, no
estaba del mejor humor en ese momento por lo que su paciencia era sumamente nula y eso lo hacía peligroso. Acercó
nuevamente su mano hacia ella, pero la de su hermano se envolvió alrededor de su muñeca. El alfa en consecuencias gruñó.
— Tus manos están llenas de sangre- le dijo este como si fuera algo normal – Déjame a mí. Dixon no quería dejar a su loba a
cargo de su hermano, pero tenía hasta gotas de sangre manchando su rostro y el olor metálico era potente sobre él. Renuente
a la idea, pero sabiendo que era lo más consecuente se levantó y dejó que su hermano tomara su lugar. Ethan sonrió de lado
victorioso y se arrodilló frente a Clara que se negaba a mirarlos.
Tu padre no podrá hacerte dano de nuevo – le dijo tomando entre sus dedos parte del grueso mechón de cabello arruinado y se
contuvo de grunir molesto. El bello cabello de su loba, de su
mate-Clara míranos, mírame- el lobo utilizó un tono suave, pero a la vez demandante.
La loba se apretó más contra sí, pero después de unos segundos alzó levemente el rostro dejando ver sus orbes azules
cristalinos llenos de lágrimas e hinchados.
-Eso es, buena chica – Ethan mantuvo la mano extendida delante de ella para que la tomara Vámonos de aquí. Estarás a salvo,
tu padre no te hará daño de nuevo.
Ella lo miró con vacilación, sus lágrimas brotaban silenciosamente.
– Él no te hará daño de nuevo-Dixon reafirmó aquello y de seguro no lo haría, él mismo se encargaría de ello.
Clara apretó los labios y temblorosa acercó sus dedos a la mano de Ethan aun sin confiar en ninguno de sus dos mates. Con
ellos las cosas tampoco habían sido fáciles. También la habían encerrado, casi forzado.
Al recordar eso desistió de ir con ellos, pero fue demasiado tarde. Ya Ethan la había agarrado y la atrajo hacia él. Clara gimió
cuando su cuerpo se estrelló contra el más grande y él lobo la cargó en brazos aferrándola con fuerza.
-Nos vamos – Ethan se levantó con agilidad como si ella no pesara nada. Su mano sobre la cabeza de ella presionaba su rostro
contra su cuello para que ella pudiera oler sobre sus glándulas y la sintió tranquilizarse en sus brazos.
Dixon no respondió, solo se dio media vuelta y salió de allí inconforme por no ser él el que la tuviera en sus brazos. Tener
contacto con ella era cada vez más complicado.
Ambos subieron la escalera y vieron al beta correr hacia ellos con rostro conmocionado al ver el estado de la loba, ahora
tranquila junto a Ethan.
-¿Cómo está ella? – preguntó al alfa – Necesita descansar – este respondió y después miró a su hermano por encima del
hombro..
– Llévatela. Yo aún tengo cosas que hacer aquí- fue una orden.
Su gemelo iba a reclamar, pero simplemente alzó los hombros y pasó por su lado. – No le vayas a hacer nada- fue una
advertencia por parte del alfa.
– Eso... no lo puedo prometer – fue lo que dijo Ethan antes de salir de la casa donde los lobos de exterior se abrieron cainino
para dejarlo pasar sin decir una sola palabra sobre la situación.
Por su parte Dixon se giró hacia Alester y también hacia la loba que ahora estaba al lado de su esposo completamente
aterrada.
Ustedes y yo tenemos asuntos que atender. Dixon mostró sus colmillos y con eso los demás lotos supieron que ellos dos
recibirían la condena más humillante para un lobo.
la expulsión de la manada