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Domesticame! Mi pequeña y gran Elia

Capítulo 804
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Capitulo 804

Capítulo 804

Elia sintió una fuerte sacudida en su cuerpo debido a la inercia, pero una vez que el carro se estabilizó, ella también se calmó.

Antes de que pudiera reaccionar, Asier ya había desabrochado su cinturón de seguridad, salió del carro y se sentó en el asiento trasero y abrió la puerta. Con su enomano, tomó la barbilla de Elia, giró su cara para enfrentarla y dijo: “¡Si no sabes quién soy yo ni qué derecho tengo, te lo mostraré ahora!”

Elia miró a los ojos oscuros y profundos de Asier, eran como un enoagujero negro, que la hizo tambalearse y sentir un extremo pánico.

Antes de que Elia pudiera hablar, su mandíbula fue apretada, sus labios levantados y besados con fuerza por él.

“Uh…” Elia no podía respirar, Asier era dominante y poderoso. Su fuerte olor masculino se filtraba por cada poro de su piel, tomando control de su sangre, corazón y sentidos.

Eso la hacía sentir un calor en la sangre, cada célula de su cuerpo estaba revoloteando debido a su invasión, y su corazón latía con fuerza como agua hirviendo.

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Siempre fue de esa manera, cada vez que ella lo enfadaba, él no la dejaba en paz.

El resentimiento de Elia se acumulaba. Apenas había logrado responderle hace un momento, y en ese momento estaba siendo besada y devorada por él.

La sensación de agraen su corazón se intensificaba, no quería seguir siendo controlada por él.g2

Comenzó a resistirse y apoyó sus manos en su robusto pecho. El calor de su cuerpo la hizo temblar, pero no retrocedió, lo empujó con fuerza.

Su cuerpo se inclinaba hacia atrás, tratando de alejarse de él.

La mano que estaba apoyada en su pecho fue agarrada por él, como un alicate, no podia

moverse.

Su cuerpo grande la presionó en el asiento del carro, sin dejarle espapara retroceder.

Elia abrió los ojos con angustia y levantó la pierna para patearlo.

Antes de que pudiera alcanzarlo, él agarró su pierna con su mano grande y la presionó contra el respaldo del asiento delantero, dejándola con una pierna estirada hacia adelante y la otra extendida al máximo, la presión en su muslo interno la hacia sufrir.

No estaba acostumbrada a hacer esos estiramientos de danza, ¿cómo iba a soportar ese tipo de dolor?

“Uh…” Elia hizo un sonido de dolor en su garganta.

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Capitulo 804

Asier soltó sus labios, tomó sus manos y las levantó por encima de su cabeza. Su cuerpo fuerte presionó su pierna estirada y con la mano libre, pulsó un interruptor, una división descendió en el

interior del carro, separando la parte delantera de la trasera.

Las ventanas del coche ya eran de un solo sentido, desde el interior se podía ver el exterior, pero desde el exterior no se podía ver el interior.

El espase volvió aún más estrecho con la separación, Elia se sintió aterrada y su corazón latía con fuerza. Percibía un peligro inminente en el espaconfinado que la

rodeaba.

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Elia respiraba con dificultad, miraba a Asier con los ojos llenos de miedo. Elia miró a Asier, su respiración era pesada, sus ojos profundos, oscuros, insondables, llenos de ira. Como un león enfurecido que ha atrapado a su presa, se preparaba para despedazarla.

Elia se asustó mucho, su voz temblaba mientras decía: “Asier, ¿qué estás haciendo? No puedes hacer esto aquí…”

“¿Por qué no?” La voz ronca de Asier preguntó, sus ojos oscuros reflejando una luz profunda y continuó, “Si no recuerdas qué derecho tengo, jentonces te lo recordaré!”

Con esas palabras, su cuerpo grande y fise inclinó sobre ella, besando sus labios con fuerza, devorándola por completo.

Elia estaba aterrada y sufriendo, sin poder resistirse.

Sus manos estaban atadas sobre su cabeza y sus piernas no podían moverse. Estaba completamente indefensa.

Los besos bajaban desde su mandíbula hasta su cuello, dejando un rastro de fuego en su piel.

Eso la hacía sentir caliente por todo el cuerpo, su corazón latía con fuerza y su

respiración era irregular.

Fuera del carro, la gente iba y venía.

Dentro del carro, toda la sensación era ardiente.

Elia echó la cabeza hacia atrás, con lágrimas en los ojos, miró a través de la ventana a los vehículos que pasaban, mordiendo fuertemente su lapara no dejar escapar un sollozo.

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