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Dulce Disparo al Jefe Cachorro Enamorado

Capítulo 567
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Capítulo 567

Francisco se marchó, y a pesar de que insistió en que no era necesario, Violeta acabó yendo al aeropuerto para

despedirlo.

En cuanto al asunto de esa enorme suma de dinero que depositó Isabel, ya lo había dejado completamente en

manos

de Rafael.

Rafael, junto con Nono, acompañaron a Francisco hasta el punto de seguridad, haciendo que incluso Francisco,

quien intentaba mantener una fachada de despreocupación, mostrara su vulnerabilidad. Al despedirse con un adiós

con la mano, su voz se quebró y hasta sintió el impulso de no querer irse.

En el enredo de la generación anterior, el que realmente merecía lástima era Francisco.

Terminó solo, dejando atrás solo una profunda melancolía. Aunque logró casarse con la madre de Violeta, durante

ocho largos años no consiguió ganarse el corazón de la mujer que amaba.

Lamberto, aunque arrepentido por haber perdido a su amor, al menos conservaba los recuerdos de los momentos

compartidos y el amor eterno que su madre le había dejado. Pero Francisco no tenía nada.

Mirando esa figura demacrada e incluso encorvada hasta que desapareció de su vista, Violeta finalmente se

atrevió a dejar que las lágrimas fluyeran.

Rafael, a su lado, frunció el ceño en un gesto de preocupación, sacó un pañuelo del bolsillo y con paciencia secó las

lágrimas debajo de sus ojos. “Vivi, si sigues llorando, me vas a hacer sufrir”, dijo.

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“¡Yo también sufro!” exclamó Nono, agarrando su mano.

Violeta, viendo la misma preocupación en los rostros de ambos, finalmente logró sonreír entre lágrimas.

En el ruido de la terminal del aeropuerto, incluso entre la prisa, las miradas envidiosas no podían disimular su

admiración hacia ellos, y ella las aceptó con serenidad.

De regreso a casa, Rafael recibió una llamada y tuvo que ir a la empresa a buscar unos documentos urgentes.

Dejaron su camioneta estacionada frente a la casa y Violeta entró con Nono a la villa.

Al entrar, Lucía se acercó rápidamente. “El Sr. Navarro está aquí, ha estado esperando en la sala por mucho

tiempo”, informó.

Violeta se apresuró hacia la sala, encontrando a Lamberto sentado en el sofá, con un vaso vacío frente a él,

indicando que había estado esperando un buen rato y había traído consigo varios suplementos nutricionales para

recuperarse.

Violeta al verlo exclamó: “¡Papá!”

“¡Abuelito!” siguió Nono.

Violeta rápidamente detuvo a Nono antes de que se lanzara sobre Lamberto, temiendo revelar algo inapropiado, y

con una excusa lo envió con Lucía diciendo, “Cariño, tu ropa está sucia, ve con Lucía a cambiarte y recuerda que

tienes un dibujo para abuelito”.

“¡Sí, sí, ahora mismo voy!” contestó Nono con entusiasmo, corriendo escaleras arriba con Lucía.

En la sala quedaron solo Lamberto y su hija. Al verla, no pudo evitar suspirar y la reprendió con preocupación.

“Violeta, ¿cómo es que saliste en este momento? Acabas de salir del hospital anoche; deberías quedarte en casa y

recuperarte”.

“Uh…” Violeta se sintió culpable.

Mordiéndose el labio, explicó con vacilación, “Francisco se mudó al extranjero. Su vuelo era hoy, fui a despedirme”.

“¡Ah, ya veo!” Lamberto asintió comprensivamente al escucharla, pero aún se mostraba preocupado. “Violeta,

aunque es una pena lo del bebé, no te desanimes tanto. Tienes suerte de tener a Nono con Rafael y ambos son

jóvenes. Habrá muchas oportunidades de tener más hijos”.

Violeta, sintiéndose culpable, evitó mirarlo a los ojos. “Si, papá, lo sé…”, respondió, llena de remordimientos por el

engaño.

Lamberto penso que evitaba su mirada por no haber superado la pérdida del bebé y trató de consolarla con

palabras

subves

Despues de un rato, Lamberto se despidió, llevandose consigo el dibujo que Nono le habia dado y mostrándose

muy contento. En ese momento, Rafael volvia en la camioneta.

Lamberto acababa de subirse al coche y alejarse, cuando ellos decidieron no entrar enseguida a la casa.

Alver el ceño fruncido y los labios apretados de Violeta, Rafael adivinó sus pensamientos sin esfuerzo. La abrazó

con mucha fuerza y apoyo su barbilla sobre la cabeza de ella, preguntandole con suavidad, “¿Te sientes mal por

dentro?”

Ella asintió levemente.

Recordando las palabras consoladoras de Lamberto y su sentimiento de culpa, dijo, “Papá pensó que habíamos

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perdido al bebé, estaba muy angustiado por nosotros…”

¿Le dijiste la verdad?” preguntó Rafael, esbozando una sonrisa.

Violeta negó con la cabeza y, mirando hacia la dirección por la que se había ido el coche, cruzó sus brazos frente a

ella y tras exhalar profundamente, murmuró, ‘En realidad no es tan grave, solo me preocupa que pueda estar aún

más triste cuando lo sepa…”

Fuera de la ventana, la luna colgaba alta y resplandeciente en el cielo.

Después de ducharse, Violeta salió del baño y vio a Rafael sentado en la cabecera de la cama, hojeando no un libro

sobre el embarazo, sino un diccionario que habia encontrado por ahí, buscando nombres para su futura hija.

Echó un vistazo a la lista de nombres que Rafael había seleccionado, todos alineados, y no se sorprendió al ver que

todos eran de niña.

Muchas veces, Violeta se había dejado influenciar por él; a pesar de que aún no sabían si esperaban un niño o una

niña, ella ya sentia en su corazón que en su vientre crecia una pequeña niña.

Sin querer interrumpirio, se acomodo al lado de Rafael en la cama. Había cenado demasiado esa noche y no tenía

sueño.

Pensando en su amiga intima que estaba en Sudáfrica, se preocupaba por cómo estaría después del terremoto,

Violeta decidió llamar a Marisol por FaceTime.

Para su sorpresa, en la pantalla apareció Antonio, su rostro guapo lleno de sorpresa, probablemente porque había

contestado la llamada por accidente.

¿Antonio?” Violeta lo saludó emocionada.

Tal vez su voz fue demasiado alta, porque Rafael, que seguía concentrado en el diccionario, volteó para mirarla.