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Cana de negocios.
Que mi padre haya considerado realizar el proyecto en New York, me dejaba realmente desconcertada, Alexander tuvo que
haber rogado de rodillas y eso ni siquiera bastaba para que mi padre siquiera lo pensara, pero me aliviaba que gracias a mi
primo, recapacitó, aunque me dejaba con un mal sabor de boca por lo que sacó a la luz de Paul.
Tristán estaba tan profundamente dormido, que preferi no despertarlo. Aseguré su cama y junto a Vincent, salimos de la
habitación para unirnos a la cena que estaba por comenzar.
Antes de bajar las escaleras, Vincent me detuvo para hablar.
– Sarì, sea lo que sea que esté tramando Paul, tú actúa normal, de pronto se alarma y no sabremos que se trae entre manos. -
asentí con mi cabeza estando de acuerdo con su plan y retomamos nuestro camino hasta la sala de estar, dónde ya se
encontraban todos reunidos.
Por supuesto que Alexander ya había llegado y apenas nos saludamos con un: Buenas noches. Me pregunto que se inventaría
para persuadir a mi padre.
Mi padre nos invitó a pasar al comedor, cuando Maga avisó que la mesa ya estaba servida, no me separé ni por un segundo de
mi primo, pues sentía que era la única persona, aparte de mis padres, en la que podia confiar.
Despreocupada, comí de mi cena en silencio, mientras mi padre intercambiaba algunas palabras con los nuevo socios, aunque
hablaba más con Julián que con Alexander.
El hombre de ojos azules, se tensó cuando mi padre soltó una pregunta. ¿Cómo nació la idea de construir su propia empresa?
Resulta que el joven empresario, empezó desde muy abajo, creció en una familia muy humilde y a los doce años, cuando sus
padres murieron, quedó completamente solo, hasta que su medio hermano, que es mayor por nueve años, se hizo cargo de él,
gracias a él y su familia, pudo graduarse en la universidad con honores e iniciar su propia empresa en memoria de su madre,
que siempre soñó con tener su propia marca de ropa.
El pequeño resumen de su vida, realmente me conmovió, mi corazón se encogió con solo imaginar lo dificil que debió ser para
él perder a sus padres y seguir su camino sin su amor, sin la calidez de la familia, sin sus consejos. Por otro lado, me sentía
feliz por él, porque nunca torció su camino, y, a través de él, su madre estaba cumpliendo su sueño.
De pronto me sentí satisfecha de que su marca formara parte del proyecto, aunque se lo había ganado con su brillante
propuesta y la calidad de su marca.
No cabe duda que es un hombre capaz, inteligente y audaz.
– ¿A qué se dedica su medio hermano? —Vincent se unió a la conversación, interesado en saber más sobre la vida de Julián,
al parecer, él también resultó conmovido por su trágica infancia.
– Es abogado, tiene su propio bufete, me atrevo a decir que es el mejor de New York. —respondió después de tomar el último
trago de su copa con agua.
Mis cejas se elevaron al recordar que me había recomendado un bufete de abogados para mi caso, ahora sabia que se trataba
del bufete de su medio hermano.
Al levantar mi vista, me encontré con un par de ojos color miel que me miraban como si fuera la única persona en la mesa,
rápidamente aparté la mirada con indiferencia y seguí disfrutando de la cena, haciendo de cuenta que él no estaba presente en
esta reunión.
su charla sobre el proyecto, destacó algunos términos y condiciones, habló sobre la linea que íbamos a lanzar con nuestro
diseñador Patrick y los tiempos pautados en el contrato, la calidad de los materiales y por último, tocó el tema que tanto
esperaba.
– Considere la propuesta de Lancaster para iniciar el proyecto en New York, él mismo nos ha ofrecido sus amplias
instalaciones. -miré a Alexander, quien tenía las comisuras de sus labios ligeramente curvados en una sonrisa casi inexistente.
Seguramente estaba pensando que mi padre aprobaría aquella idea. Por otro lado, Abby estaba más que sorprendida por la
reciente noticia y Paul se tensó enseguida.
– Pero, Sr. Doinel, en el contrato firmado dice específicamente que será en la empresa de origen, es decir, en Doinel, todo está
listo para recibir a los representantes y trabajadores asignados de ambas empresas. No podemos cambiar todo a última hora y
por una propuesta de una de las partes. -Paul mostró su desacuerdo por el tema. Dejó su copa vacía en la mesa y miró con
cara de pocos amigos a Alexander, este último no se quedó atrás y le devolvió la mirada con fastidio.
La tensión en el ambiente era más que evidente, sin embargo, mi padre seguía imperturbable.
– Desde luego que sí, Paul, tienes toda la razón, por eso, aquí y ahora, les informo que el proyecto seguirá su curso
normalmente en París. Doinel estará partiendo en dos días y estaremos esperando a los colaboradores la fecha pautada. -mi
padre informó su decisión final y Alexander se levantó de su asiento inmediatamente, mirando incrédulo a mi padre.
Le di un rápido vistazo a Vincent y lo descubrí mirando de más a Paul, quien había bajado la guardia después de escuchar la
última palabra de mi papá.
– Sr. Doinel... -Alexander estuvo a punto de quejarse y mi padre lo interrumpió.
– Agradezco su oferta, Sr. Lancaster, pero tengo prioridades. ¿Están de acuerdo las dos partes?-mi padre miró a Alexander y
luego a Julián quien estuvo callado escuchando atentamente todo lo que mi padre decía.
– Estoy de acuerdo. – Julián fue el primero en responder, parecia no tener problema con cualquier decisión y es que esta era su
oportunidad de oro, por supuesto que accedería sea cual sea el cambio si eso To beneficiaria.
Alexander se quedó en silencio por unos segundos y su mirada se posó en mi mientras volvía a sentarse, me sentí sofocada
por su expresión, no era de burla o de fastidio, no, más que eso, era de preocupación, dejándome confundida y totalmente
aturdida por su inesperada reacción.
– También estoy de acuerdo. -fue lo único que dijo, antes de que mi padre diera paso al siguiente tema.
Cuando mi padre dio por terminada la reunión, me despedí de todos antes de ir a la habitación de Tristán, pues minutos antes,
Maga me informó que se había despertado de su siesta.
Estando a solas con mi hijo, lo miré con ternura, admirando lo grande, hermoso y parlanchin que es ahora, el tiempo pasaba
muy rápido, me parece que fue ayer cuando lo tuve por primera vez en mis brazos.
Le respondía todo lo que me decía, hasta que se quedó en silencio mirando detrás de mí y sonrió de oreja a oreja antes de
gritar con gran emoción.
– ¡Ales! -me levante rápidamente del mueble al lado de su cama y miré en dirección a dónde mi hijo miraba, encontrándome
con los ojos miel de Alexander.
Carajo, ¿qué hace aqui?
-¿Quién lo dejó pasar?–pregunté molesta por su atrevimiento de venir hasta aquí sin antes consultarlo. .
– Tu padre. -frunci mi ceño ante su respuesta y miré a Tristán que se bajó de la cama para ir
mientras dormias?
-Si! Estoy grande, ¿verdad, mama? -Tristan me miró desde los brazos de su padre y le regale una sonrisa, mientras asentia con
mi cabeza.
– Me parece que es muy tarde para su visita. –dije fingiendo una sonrisa para Tristán y que no se diera que la presencia de
Alexander a esta hora me molestaba de sobremanera.
– Pasaba a saludar a mi hijo, espero no haya inconveniente con eso. -respondió antes de besar la suave mejilla de Tristán.
Solo entonces me di cuenta que no estaba siendo empática con él, en dos días me iría con Tristán a Paris y no sabia si
Alexander podría ir a visitarlo, y hoy, ambos estuvimos tan ocupados que fue imposible acordar un tiempo para que él estuviera
con su hijo. Ahora solo lo estaba saludando, no era cosa de otro mundo.
– Les daré su espacio. – dije cruzada de brazos y lo único que hice fue alojarme en el balcón, estaba lejos pero atenta a
cualquier cosa.
No me perdí de lo más mínimo, Alexander se sentó dónde yo estuve sentada antes y jugó con los dinosaurios que su hijo le
entregó. No podía negar que era una escena muy tierna, no me hubiese imaginado jamás ver al hombre más frío de todos,
derretido de aquella manera con la pequeña versión de
él.
Aproveché para revisar los mensajes de mi celular, mientras disfrutaban de la compañía el uno del otro. Mi abogado me informó
que las víboras ya tenían sus abogados y que mañana se haría el juicio.
Es un alivio saberlo, pues me preocupaba que el juicio se atrasara y tuviera que quedarme en New York por más tiempo,
descuidando mis obligaciones y mi familia.
No fui conciente de cuánto tiempo pasó, cuando escucho leves pisadas detrás de mí, al voltearme, me llevo con la sorpresa que
Tristán se quedó dormido y Alexander se acercaba a mí.
– ¿Ya te vas? —pregunté en voz baja, para que Tristán ni se inmutara, ya es tarde y prefiero que siga durmiendo hasta
mañana.
– Sí. -respondió simple y cuando estuve por pasar por su lado para guiarlo hasta la puerta, me detuvo al tomar mi brazo con sus
largos dedos. -Debemos llegar a un acuerdo por Tristán, ¿te estás dando cuenta que lo vas a alejar de mi nuevamente? No es
justo, soy el padre, no me quiero perder más etapas de su vida.
Miré su mano como si su tacto me quemase y me solté de un tirón.
Claro que lo sabía, pero habían más opciones para que ambos disfrutemos de Tristán, sin necesidad de quedarme en esta
ciudad.
– No puedo quedarme, Sr. Lancaster, usted más que nadie sabe lo serio que es un contrato y más que eso, la palabra de mi
padre. Pero, ¿podemos hablar luego de esto? Es muy tarde y no es el lugar adecuado, ele parece mañana?- él pareció de
acuerdo y asintió con su cabeza.
– Entonces, mañana será. -retomé el camino a la puerta y cuando estuve por abrir, Alexander me llamó. -Sarah...
Me giré para mirarlo y su mirada se detuvo por unos segundos en mi rostro, enarqué una ceja esperando que hablara, pero lo
único que hizo fue eliminar repentinamente el espacio que había entre nosotros, y sus labios se presionaron en los míos
tomándome por sorpresa.
Mi cuerpo se tensó y las ganas de golpearlo hasta el cansancio burbujearon dentro de mí y no fui capaz de darle pie a algo tan
estúpido, asqueroso e inadecuado como un beso de él.
Lo empujé con todas mis fuerzas, alejando su rostro del mio y estrellé mi mano en su mejilla haciendo que su rostro se volteara.
Me pasé las manos por mis labios, sintiendo que en cualquier momento devolvería la cena que acaba de comer.
¿Por qué carajos hizo eso? ¿Está borracho? – No vuelvas a besarme. No tienes idea de cuánto me repugna.