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No más traiciones.
Rachel se mantuvo en silencio por un largo tiempo, su expresión cambiaba gradualmente, a tal punto que sus ojos se
cristalizaron ligeramente.
Una chispa de esperanza nació en mi pecho, sus ojos se detuvieron en los míos y cuando abrió su boca para hablar, la volvió a
cerrar en el momento que la puerta de la sala se abrió, dejando a la vista el par de abogados de Rachel.
– Buenas tardes, Sra. Doinel, ¿hay algún problema con mi cliente? -el abogado habló de inmediato, posicionándose detrás de
Rachel.
Me pare firme en mi lugar, sintiéndome irritada por la inoportuna llegada de los abogados. Era evidente que no iba a decir nada
estando ellos presentes, así que guardé silencio, mientras le dedicaba una mirada a Rachel.
– Ninguno, ¿cierto Rachel? –me atrevi a hacer aquella pregunta directamente a ella, solo asi me daría cuenta si consideraba mi
propuesta.
Sus ojos seguían clavados en mi rostro y la vi tragando en seco, antes de responder.
– Abogado y abogada Richman, pueden estar tranquilos, no está pasando nada. -una de sus cejas se movió de arriba a abajo y
mi cuerpo se quedó inmóvil por unos segundos al escuchar aquel apellido.
Mire al abogado de cabello canoso y a la mujer muy bien arreglada, no me llegué a imaginar que pudieran ser esposos. Pronto,
la llamada que Paul estaba atendiendo la última noche del desfile llegó a mi cabeza y quedé atónita.
Me resultaba imposible formular palabras alguna, ¿esta era una especie de pista? Porque si era así, todo apunta a qué Paul es
quien está coludido con Rachel.
¿Cuántos abogados se apellidan Richman? ¿Acaso es coincidencia que los “dos” abogados Richman estén al tanto del caso de
difamación?
¿Era eso lo que Vincent tanto sospechaba de él? Esto tiene que ser una broma, un malentendido, una gran coincidencia. Paul
no sería capaz de dañarme, él ha sido un gran
amigo por muchos años y sin mencionar que su familia es amiga de mi familia.
¿Qué carajos está pasando?
— Gracias, Rachel, esta conversación me sirvió de mucho. – su rostro palideció y se movió inquieta en su asiento, como si se
hubiese dado cuenta que dijo algo que no debia. – Abogado y abogada, con su permiso. -le dediqué una sonrisa sin ánimos y
De camino al auto, senti que el aire me faltaba y que un dolor aparecia en mi cabeza, me sentia realmente traicionada, aunque
no tenia la entera certeza de que Paul estuviera
involucrado con el sicario que me tenía en la mira. No queria creer que mis sospechas eran ciertas, pero todas las flechas
apuntaban hacia él.
Apresuré mi paso hasta el auto, donde me esperaba el chofer, pues necesitaba llegar lo
más rápido posible a la mansión, esto lo tenía que hablar con Vincent antes de tomar cualquier decisión al respecto.
El chófer abrió la puerta trasera para mí y entré sin dudar, justo cuando el auto estuvo por ponerse en marcha, unos golpes se
escucharon en la ventana, al subir la vista, me encontré con el rostro de Alexander.
Solté un suspiro cansado y aunque no tuve la más mínima intención de intercambiar palabras con él, bajé la luna al ver que
estaba acompañado de Alexis.
– Sarah, ¿me permites unas palabras? -Alexis fue el primero en hablar y lo miré dubitativa.
Lo que más quería en este momento era llegar lo más pronto posible a la casa, pero no iba a ser tan descortés con Alexis, no
después de como terminó nuestro último encuentro en la casa de Alexander y sabiendo que mañana partiría a París por tiempo
indefinido.
Alexis me agradaba, no quería quedar en malos términos con él y menos siendo el tío de Tristán y el que mejor me cae de
todos los Lancaster.
– Espera un momento, Tony. -me dirigi al chófer y este asintió con su cabeza. Salí del auto, dejando mis cosas adentro. – Qué
bueno verte, Alexis, ¿cómo va la terapia? – pregunté ignorando por completo a Alexander quien sostenía su silla de ruedas.
Para ser sincera, Alexis se veía mejor que la última vez que lo vi, podia moverse con más facilidad y su semblante había
mejorado considerablemente. A ese paso, es probable que pueda caminar más rápido de lo que cualquiera se pueda imaginar. .
– Muy bien la verdad, cada vez hay más resultados, los avances son notorios. – respondió hablando con fluidez, lo cual me
impresionó, pues antes, le costaba pronunciar las palabras. -Alexander, ¿me permites un momento a solas con Sarah? —
Alexander me miró afligido y luego de unos segundos, se alejó a una distancia considerable.
– Alexis...
– Sarah... -ambos hablamos al mismo tiempo y le hice una seña apenada cediendo la palabra. —No he tenido oportunidad,
pero quiero disculparme por si te has sentido ofendida o incómoda de mi parte, también por los daños causados de parte de mi
madre y mi hermana, no volverá a ocurrir algo como esto, han llegado demasiado lejos y se tendrán que atener a las
consecuencias. -efectivamente, su habla mejoró rápidamente. Nadie se daría cuenta que estuvo en coma por tantos años.
– Acepto tus disculpas, Alexis. Creo que a estas alturas ya habrás entendido porque no puede haber algo entre nosotros. Tuve
un hijo de Alexander después de divorciarnos y no seria correcto ni bien visto que tú y yo...
– Lo entiendo y créeme que ahora me siento avergonzado, de haber sabido antes que había un hijo de por medio, no hubiese
sido tan atrevido. -me rei avergonzada, mas que todo porque fui yo la que oculté a mi hijo por años. —Me gustaría conocer a mi
sobrino algún día, si me lo permites,
| Asentí con mi cabeza más veces de las que debería.
– Claro que sí. Mañana volvemos a París, ¿te parece hoy?-accedí a su petición y su boca se abrió en una perfecta O.
– No me digas, es una pena que te vayas tan pronto, pero tienes un proyecto por el cuál dar la cara. Dime la hora y lugar, ahí
estaré. -le di la dirección de mi casa y lo cité a las seis de la tarde. Lo hubiese invitado de inmediatamente, pero me urge hablar
con Vincent de lo que acabo de descubrir.
Alexis hizo una seña con su mano y Alexander se acercó a nosotros. Los ojos de Alexis iban de su hermano hacia mí, una y
otra vez, seguramente se dio cuenta de la tensión que había entre nosotros y no es para menos, ni siquiera nos saludamos.
No podía ni mirarlo sin sentir la rabia burbujeando en mi sistema después del beso de anoche, bien merecido tenía la bofetada.
– Entonces, te veo a las seis. – le dije a Alexis después de unos segundos en los que nos sumergimos en un silencio realmente
incómodo. Cuando estuve a punto de volver al auto, la voz de Alexander me detuvo.
– Supongo que también debo asistir, tenemos una conversación pendiente por Tristán, ¿lo recuerda? -miré inexpresiva a
Alexander, conteniendo las ganas de volver a voltearle la cara de una bofetada, con la de anoche no fue suficiente para
descargar mi rabia.
Tomé una bocanada de aire disimuladamente y me centré en lo realmente importante, mi hijo. Por supuesto que debíamos
llegar a un acuerdo para las visitas a Tristán, debía cooperar o lo peor que puede pasar es que llevemos el caso a tribunales y
no sería muy agradable para ninguno.
– Claro que sí, espero que no vaya a confundir las cosas nuevamente, Sr. Lancaster. – respondi fingiendo estar tranquila. Sus
cejas se elevaron ligeramente y esbozó una pequeña sonrisa de medio lado.
– ¿Acaso no me conoce? No soy persona de confundir las cosas. —respondió con voz suave y no supe cómo tomar sus
palabras.
¿Qué intentaba decirme?
Grandísimo imbécil, está realmente equivocado si cree que por tener un hijo en común tiene el camino libre para hacer y
deshacer conmigo, eso quedó en el pasado y no volvería a
cometer el mismo error dos veces.
Le dediqué una falsa sonrisa y sin más, volví al auto para desaparecer de la vista de los gemelos y volviendo a sentirme
aturdida al recordar el tema de Paul, Rachel y los abogados.
Que no sea lo que estoy pensando. No más traiciones.