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Vaso medio vacío.
Mi mirada no se podía apartar del rostro de Alexander, esperaba el momento que me dijera que estaba bromeando, pero jamás.
llegó. Era dificil creer que seria capaz de dejar su empresa tirada, sus negocios, su familia, todo por mudarse a Paris dónde
estaria muy
cerca de Tristán.
Después de unos segundos, salté una risita, pues daba por hecho que me estaba gastando una broma y se me hizo realmente
tonto
de su parte, pero más tonto es que casi le creo.
-¿A quién quieres engañar, Alexander? No eres capaz de dejar todo lo que siempre te ha importado y por lo que tanto te has
esforzado, para mudarte a Paris. -dije tranquila, como si lo que estuviera saliendo de mi boca fuera toda la verdad, sin
embargo,,
Alexander parecia muy serio.
¿Acaso no es como lo estoy diciendo?
Fue entonces cuando dejé cualquier atisbo de diversión a un lado, para tomar este asunto muy, pero muy en serio y me enfoqué
en
sus ojos color miel, que brillaban más que nunca mientras me miraban fijamente.
No quiero engañar a nadie. Las cosas que antes me importaban dejaron de hacerlo en cuanto conoci a Tristán, mi hijo, mi
heredero, mi sangre. Quiero recuperar nuestro tiempo, que siga llamándome papá y enseñarle cosas que solo un padre puede
enseñar, quiero verlo crecer, no quiero volver a estar lejos de ust... de mi hijo. -una de mis cejas se arqueó casi en automático
cuando se corrigió
de inmediato, aunque no pude dejar de sentirme culpable.
Era totalmente mi culpa que ellos no hayan pasado juntos el tiempo que deberia y que, después de casi cuatro años, ambos
supieran el uno del otro. Fui una egoista por pensar solo en mi y en el daño que Alexander provocó hace años. La culpa me
carcomia
porque mi pequeño hijo no tenia la culpa de los conflictos de sus padres.
Finalmente, no podia hacer nada más que aceptar la decisión de Alexander y dejar que recupere el tiempo perdido como a él
mejor le parezca. Me tragué el disgusto por tener que estar nuevamente cerca de él por un año y acabé con el silencio que se
habla creado en
segundos.
–
De acuerdo, espero que no tengas problemas en el futuro. -dije serena y tratando de ser lo más comprensible posible.
La verdad es que me sorprendia cada vez más su faceta como padre, jamás lo hubiese imaginado de esa manera y
sinceramente, me alegro mucho por Tristán, porque Alexander está dispuesto a llevar la mejor relación con él.
Y si los tengo, valdria la pena cada segundo, lo único que me importa ahora es recuperar el tiempo perdido. -las palabras de
Alexander me sorprendian cada vez más, lo miré en silencio por unos segundos y me senti inexplicablemente incómoda bajo su
mirada escudriñante y el significado que yo le estaba dando a sus palabras en secreto.
¿Son ideas mias? O, ¿dijo aquello con doble sentido?
Porque si insinuaba algo más que la relación padre e hijo durante su estadia en Paris, estaba soñando despierto.
–
– Entonces, lo veré en Paris, Sr. Lancaster, si no hay más. -me levanté del sofá, después de fingir ser cortés con Alexander.
Ya que hablamos llegado a un acuerdo tan rápido y sin tantos rodeos, no iba a quedarme a charlar con él como si fuéramos los
mejores amigos, además, si no era de Tristán y de negocios, no habia nada más que pudiéramos hablar; o eso fue lo que yo
crei, antes de que se levantara de su asiento e impidiera que diera un solo paso para alejarme de él, cuando sus largos dedos
rodearon delicadamente
mi brazo descubierto por mi vestido de tirantes.
Me irritaba cada vez que Alexander me tomaba de esa manera, deteniendo cualquier movimiento de mi parte, ¿no podia solo
decir
que habia más por hablar?
Me liberé de su agarre de un jalón y lo miré completamente seria, esperando que soltarà lo que tenia para decir.
Su cálida mirada se detuvo en mi rostro y abrió su boca para hablar, pero de ella no salia ni una sola palabra, parecia que las
palabras
se le hubiesen atascado en la garganta. Enarqué una de mis cejas después de un rato y solo en ese momento se aclaró la
garganta y soltó.
–
Sarah, perdóname. -quedé atónita ante aquella palabra tan simple, pero tan poderosa. ¿Perdonarlo? ¿A qué se refiere?-Quiero
compensar el daño que te he causado en el pasado. Estoy dispuesto a hacer lo que sea por ganarme tu perdón, por favor,
Sarah... ¿Al
menos podemos llevarnos mejor, sin que me mires como si fuera el ser más despreciable? ¿Tanto me odias?-sus preguntas me
parecieron totalmente ridiculas,
¿No era el Sr. Lancaster el ser más despreciable?
¿No era suficiente con que se haya acostado con Rachel? Sea por el motivo que sea, lo hizo, me vieron la cara de estúpida
tantas veces, lo peor es que si yo no lo hubiese descubierto en ese entonces, ni siquiera hubiese tenido los pantalones de
contarme lo que estaba ocurriendo y terminar con ese supuesto chantaje y la amenaza de muerte.
¿No era suficiente con que jamás se haya dado cuenta de los tratos de su familia hacia mi, como si no fuera la Sra. Lancaster,
como si fuera una criada? Aunque yo preferi no armar un problema grande por ello, ¿era lo suficientemente ciego como para no
darse
cuenta?
¿No era suficiente con eso?
¿Eso no lo hacia el hombre más despreciable y repugnante en el planeta?
Si no fuera por Tristán, no tendría nada que ver con ese hombre, ni con su familia, ni su entorno, ni nada que relacionado a su
apellido.
¿Cómo no odiarlo? Si me destruyó hace casi cuatro años, me hizo arrepentir de haberlo dejado todo por él. Lo único bueno que
salió de todo esto fue ese pequeño de tres años que se convirtió en la persona más importante para mi, a quien amo con todo
mi ser.
Sr. Lancaster, no tengo la intención de que seamos buenos amigos, solo limitese a recuperar el tiempo con Tristán y no se
involucre en mis asuntos. Yo solo soy la madre de su hijo, no espere nada más de mi, recuerde que estamos felizmente
divorciados. El daño ya está hecho, un “perdóname”, no va a arreglar nada. -respondi serena y con cierta indiferencia, como si
La mirada miel de Alexander se volvió triste, hasta podia decir que mis palabras le dolieron tanto, como si miles de alfileres
estuvieran perforando su pecho, lento y doloroso.
Por poco suelto una risa sin gracia por la maravillosa actuación del hombre frente a mi. ¿En qué momento se volvió tan buen
actor?
—¿Felizmente divorciados? ¿Asi te sientes? -preguntó en voz baja después de darle un vistazo a Alexis quien seguia jugando
distraidamente con Tristán en su silla de ruedas.
Mis labios formaron una linea recta, mientras mi expresión se volvía neutra.
¿Para qué hablar del pasado? ¿Algo va a cambiar si continuamos tocando un tema tan irrelevante? Ya he dicho suficiente, pero
si
le hace sentir mejor. Me siento plenamente feliz ahora.-respondi con mi mejor sonrisa, dejándole en claro que estoy felizmente
divorciada. Alexander no podía dejar a un lado aquella expresión de dolor. Su expresión era miserable y no sentia ni un poco de
culpa por
ello. -Ahora, ¿puedo retirarme? O, ¿hay algo más? -pregunté con la intención de prevenir que volviera a detenerme de aquella
manera
a la que se habia acostumbrado y que yo tanto detestaba..
– Nada más.-respondió apenas y fue suficiente para dar media vuelta y alejarme de él, pero volvió a hablar cuando di dos
pasos. –
Aunque no me lo hayas preguntado. Divorciarme de ti no ha sido motivo de felicidad. ¡Felizmente divorciados? No sé lo que es
ser feliz
desde que te fuiste. Me arrepiento de mucho, de no darte el lugar que merecias como la Sra. Lancaster, de no protegerte de
una mejor
manera sin tener que llegar tan lejos, de no ser sincero en muchas cosas. Me arrepiento de no ser ni la mitad de lo que fue
fuiste. Una
excelente y admirable esposa. Así que no, no estoy felizmente divorciado.
Un amargo sabor se hizo presente en mi boca y una sensación desagradable recorrió mi cuerpo al escucharlo decir aquello
frente a
todos, y cuando digo todos, no solo me refiero a Alexis y Tristán. A ellos se les sumaba mi padre, Paul y Vincent, quienes
escucharon cada
palabra que salía de la boca de Alexander, parados al pie de las escaleras.
Senti mis mejillas ardiendo de la vergüenza, pues, lo último que queria en la vida, es que mi familia escuchara un montón de
mentiras de mi exesposo y sobre todo, que dejara en evidencia los principales motivos que hicieron de nuestro matrimonio, un
completo fracaso y el papel de tonta sumisa que desempeñé durante ese tiempo.
Miré por encima del hombro a aquel hombre mentiroso y baje el rostro para reirme entre dientes antes de responder:
-Es una lastima que veas el vaso medio vacio, -dije con una sonrisa, sin ni siquiera darle la cara.
Inmediatamente, retomé mi caminata en dirección a la cocina en busca de un vaso con agua, muy lejos de todos aquellos
hombres
que no apartaron la mirada de mi, incluyendo a mi propio hija!
No cabe duda que Alexander no tiene ni la más minima verguenza, ¿qué pretendia con decir todo aquello frente a tantas
personas?
¿Qué quiere lograr con escupir tantas mentiras tan deliberadamente?
¿A qué juego piensa jugar?
¿Al exesposo arrepentido? Qué ridiculez.
Si ese es el caso, no me vendría mal seguirle el juego, es más, seria la mejor terapia para matar los únicos sentimientos por él.
El odio y el rencor.