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Capítulo121
Rodrigo quedó petrificado en su lugar, asustado por la mirada feroz de ese hombre. ¡Incluso
cuando Beatriz se fue al extranjero hace tres años, no había mostrado tanta ira!
En realidad, Rodrigo solo estaba bromeando. Así es como es él, rico y poderoso, con una lengua
afilada. Se ríe y regaña a sus buenos amigos sin restricciones.
Hace un momento, solo estaba bromeando con Alejandro, pero sin darse cuenta, había pisado su
punto débil. Y ese punto débil resultó ser su ex esposa.
El camarero, pálido de miedo, se preguntaba quién se atrevería a agarrar el cuello de Rey en toda la
Ciudad de México.
-Alejandro, ¿te has enamorado de Irene?-preguntó Rodrigo mientras Alejandro recobraba la
sobriedad, su corazón se estremeció y su frente se cubrió de sudor.
-Alejandro, ¿no lo has notado? Desde que te divorciaste, te has vuelto muy anormal–dijo Rodrigo
mirándolo fijamente, -Desde que éramos niños, solo tengo a un amigo, y ahora, ¿todavía no puedes
decirme la verdad?
-No me gusta–dijo Alejandro apretando cada palabra con fuerza, como si quisiera aplastarlas.
-Bueno, no te gusta. Digamos que no te gusta–respondió Rodrigo.
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-¡Rodrigo!-exclamó Alejandro.
Rodrigo ignoró su ira y continuó, —Alejandro, te lo digo una vez más. Si te has enamorado de Irene
y quieres reconciliarte con ella, como tu hermano, te apoyaré para que puedas lograrlo. Pero si no
tienes esas intenciones y solo te molesta que otros hombres persigan a tu antigua mujer, entonces
espero que me des una oportunidad, que me ayudes a lograrlo. Porque sé lo que quiero, me gusta
Irene, quiero conquistarla.
Un disparo pareció impactar en el pecho de Alejandro. Lenta y tambaleantemente, soltó su agarre
y dio dos pasos hacia atrás.
Rodrigo se enderezó, respiró profundamente para tranquilizarse y sacó del bolsillo de su traje el
collar de zafiro.
-Ella…-Alejandro se quedó en shock.
-Ella no lo aceptó–dijo Rodrigo frunciendo el ceño y riendo amargamente. -Irene no es la clase
devolvió las cosas. Alejandro, ¿cómo la trataste en el pasado? Cuando Irene te veía, te trataba como a
un enemigo mortal, buscando cualquier oportunidad para enfadarte, pisotearte. ¿Parecía que tenían
rencor el uno hacia el otro?
Los labios de Alejandro se apretaron en una linea recta.
Recordó cómo durante esos tres años había ignorado una y otra vez sus sentimientos, recordó el traje
hecho a mano lleno de cicatrices, recordó el armario lleno de regalos. Su corazón se contrajo
de dolor.
Clara salió del hotel después de trabajar y en lugar de ir a casa, se desvió con Aarón y se dirigió
sola a la Catedral del Oeste de la Ciudad de México.
La cúpula de la majestuosa catedral brillaba con destellos dorados, era suntuosa y grandiosa.
Debajo de la enorme cruz, Diego, vestido con una sotana negra, sostenía la Biblia en sus manos y
pronunciaba un sermón sereno, sus largas pestañas caían en paz mientras hablaba a los fieles.
Clara se sentó en silencio en la parte trasera, escuchando atentamente. La voz de su hermano mayor
era realmente agradable, sentía que su cuerpo y su mente se purificaban desde adentro.
Terminado el sermón, los fieles se dispersaron.
Diego cerró la Biblia y, con una sonrisa tierna, se acercó a su hermana. -¿Cómo es que viniste sin
decirme nada?– extendió la mano y le acarició la cabeza.
-Sabía que estabas ocupado, no quería molestarte–Clara sonrió juguetonamente.
-¿Tienes algo en mente?– Diego se sentó junto a ella y preguntó con ternura.
-¿Es tan obvio?– Clara suspiró frustrada, su expresión sombría. -Hermano mayor, hoy hice algo
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmmalo. Para enfadar a Alejandro, utilicé a Rodrigo. Sabía que estaba mal, pero en ese momento no
pude controlarme. Lo vi con Beatriz, compitiendo con Rodrigo para comprarle un collar, y me senti
muy mal. Quería que él sufriera un poco, pero ya estamos divorciados y eso no tiene sentido. Sin
embargo, quería que él sintiera algún tipo de sentimiento que fuera exclusivamente para mí,
aunque fuera resentimiento.
Diego suspiró largamente y rodeó con su brazo el hombro tembloroso de su hermana.
-Clara, ¿aún tienes sentimientos por Alejandro en tu corazón?
-Hermano mayor, admito que aún no lo he superado por completo. Después de todo, lo amé
son su sombra…
Clara apoyó su cabeza en el ancho hombro de su hermano, lágrimas cristalinas humedecieron sus
largas pestañas. -Hermano mayor, estoy muy asustada. Temo perder la capacidad de amar en el
futuro. Alejandro ha dejado mi corazón vacío y tal vez nunca pueda amar a otro hombre de la misma
manera…
-Si los sentimientos no son profundos, no se puede experimentar la verdadera vida. Si el amor no es
profundo, no se puede buscar la felicidad eterna. Clara, mientras el corazón humano siga latiendo,
nunca perderá la capacidad de amar–Diego bajó la mirada y la acarició. Clara, no temas, siempre
estaremos aquí para ti. Solo necesitas ser tú misma y valientemente perseguir el amor en tu corazón.
Eso será suficiente en esta vida. (1)