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Capitulo 6 El hombre de anoche
—La familia Herrera? Cristina, Gideon y Miranda estaban igualmente aténitos. Se quedaron boquiabiertos ante
el ama de llaves, que anadié: —El sefior Natan Herrera esta aqui para acompanar a la sefiorita Suarez a casa. —
(Natén Herrera? —Cristina se quedd con la boca abierta de asombro mientras miraba fijamente al ama de llaves
en busca de confirmacién. Ay, el ama de llaves asinti6 con la cabeza. «jMaldita sea!» Cristina maldijo su boca
parlanchina por haberse gafado a si misma. El matrimoconcertado entre las familias Suarez y Herrera duré
tres afos, pero ni un solo Herrera habia visitado nunca su casa. Ahora, aparentemente de la nada, el noen
persona estaba a las puertas de los Suarez. La sorpresa de Gideon y Miranda se convirtié en alegria cuando
supieron que Natén estaba alli por Cristina. Gedeén dijo: —jInvitale a entrar! —
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Ya estoy aqui —Mientras Cristina segufa confusa, una voz masculina llegé desde el exterior. El orador tenia un
rico baritono y sonaba seguro de si mismo, aunque algo distante al mismo tiempo. Un segundo después, un
hombre extremadamente apuesto se interpuso en sus lineas de vision. Cristina se puso visiblemente rigida al
encontrarse con su mirada. Los rumores habian pintado al heredero de la familia Herrera como un hombre
horriblemente desfigurado que no media mas de metro y medio. No podia estar mas lejos de la verdad. Era tan
guapo que era imposible apartar los ojos de él. Llevaba un traje a medida que favorecia su alta figura. En un par
de pasos, estaba justo delante de Cristina. Cristina balbuceé: —;Tu eres Natan Herrera? El aspecto irreal de
Natén sélo era la punta del iceberg. Para su horror, empezaba a darse cuenta de que era el hombre del hotel de
la noche anterior. Algo brillé en sus ojos. Su fria mirada recorrié a Cristina y, una vez satisfecho de haber
encontrado a la persona correcta, respondié: —Eso es ‘marido’ para ti. Su respuesta dejé sin aliento a Cristina.
«Mientras tanto, Miranda estaba al borde de un ataque de nervios. ;No se suponia que era un monstruo feo?» El
unico que se emocioné con la visita de Natan fue Gideon, que era todo sonrisas cuando invité a su huésped a
entrar en su casa. —Pase, por favor, sefior Herrera. —Eso no sera necesario. He venido a llevar a Cristina a casa
—replicé Natan con frialdad. «;Qué demonios esta pasando?» Cristina salié por fin de su trance inducido por el
shock y pregunté: —;No estamos ya divorciados? —Su actitud la dejé perpleja. Su mirada brill peligrosamente
antes de pronunciar: —El acuerdo de divorha sido anulado. Sigues siendo la sefiora Herrera. Cristina no
disimuld bien su desconcierto. Aun asi, con Gideon y Miranda rondandola, no tuvo mas remeque seguir a
Natén hasta su coche y marcharse a la residencia Herrera.
El silenen la limusina Lincoln de Natan era sofocante. Una vez que estuvieron lejos de la residencia de los
Suarez, Cristina gritd: —jPara el coche! El conductor pisé instintivamente el freno y aparcé el coche a un lado de
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmla carretera. Cristina abrié rapidamente la puerta, dispuesta a escapar. Natén le sujeté la murfieca con la mano a
la velocidad del rayo y le pregunté: —;Adénde vas? Desconcertada por su pregunta, Cristina respondié con
naturalidad: —jA casa! —No hemos llegado a la residencia Herrera. Cuando Cristina se cuenta de que no
bromeaba, arqueé una ceja y desafié: —No es posible que pienses que puedes tratar a todo el mundo como
peones sélo porque eres un Adonis andante. Esto te divierte o algo asi? Su comportamiento era exasperante.
Escapd a toda prisa de su agarre e intent6 salir corriendo del coche. —Si —respondidé Natan a la mujer grufiona
que tenia a su lado. Tras una leve pausa, la estreché entre sus brazos sin esfuerzo y apreté los labios junto a su
oreja. —Sobre todo anoche. Fue muy entretenido.
Por la mente de Cristina pasaron escenas salaces ante la mencién de la noche anterior. Se puso roja como un
tomate. Apretd los dientes, pero no consiguié contenerse. —iPsicépata! El conductor contuvo la respiracion
asustado, aturdido por su audacia. Nadie habia regafiado nunca a Natan en su cara. La expresién de Natén
apenas cambid. Atrajo a Cristina mas profundamente en su abrazo y ordené: —jArranca el coche! El coche se
puso en marcha a pesar de las protestas y los forcejeos de Cristina.