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Capitulo 9 No como te preocupas por mi
—Cristina, ya no eres la mujer de Natan, jasi que largate! —Puesto que Cristina habia firmado los papeles del
divorcio, Julia no veia ninguna razén para que siguiera quedandose y le parecia inapropiado que lo hiciera tras el
fin de su matrimocon Natén. Al ver que Julia se enfurecia, Sandra se puso en plan buen chico y dijo: —Sefiora
Herrera, no se enfade. Es malo para su salud. No tiene sentido enfadarse con un extrafio. Sonaba como si se
preocupara por Julia, pero su verdadera intencién era subrayar la condicién de Cristina como extrafa a la familia
para poder tener a Natan sélo para ella. Sin embargo, a pesar de las érdenes de Julia, ninguna de las criadas se
atrevi6 a poner un dedo sobre Cristina, que se cruzaba de brazos ante el pecho y miraba fijamente a las dos
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇtmujeres con sus ojos brillantes. «Bueno, ino hay nada que puedas hacerme!» Como nadie se atrevia a echar a
Cristina, Julia decidi6 hacerlo ella misma. —jPuede que te tengan miedo, pero yo no! Te juro que hoydesharé
de ti. « tenia fuerzas para luchar.
Su imagen como matriarca de la familia Herrera era lo Gltimo en lo que pensaba. Con una mano, volcé todas las
pinturas ante Cristina, haciendo volar todos los colores y mezclandose en una masa negra que ensuel vestido
blanco de Cristina. Si esto le hubiera ocurrido a Cristina en el pasado, se habria limitado a subir las escaleras en
patético silenpara cambiarse, pero ya no. Levantd el agua para limpiar la pintura y la arroj6 hacia delante sin
la menor vacilaciéon, empapando a Julia y a Sandra. Cuando Sandra su vestido manchado de agua sucia,
apretd los dientes mientras miraba a Cristina con los ojos encendidos de furia. Se habria abalanzado sobre
Cristina y la habria despedazado si no hubiera nadie. Mientras tanto, Julia tenia toda la cara cubierta de agua de
olor acre y le temblaba la voz al gritar: —jCristina Suarez! No respetas a tus mayores. Cristina levanto la vista
con sus ojos afilados y pregunté friamente: —No es como si yo te importara. ;Por qué deberia respetar a alguien
que ni siquieraquiere? A lo largo de los afios, Julia sélo habia tratado a Cristina peor que a una criada. Si Julia
hubiera sido mas respetuosa y educada al hablar con ella, Cristina podria haber soportado antes la humillacién.
Sin embargo, Cristina habia aprendido la leccién: callarse sélo envalentonaria a los agresores. —;C6émo te
atreves a contestarme? Voy a matarte.
A Julia se le dispard tanto la tensién que se cay6 hacia atras antes de poder levantar la mano. —Sefora Herrera,
ise encuentra bien? —Sandra se apresurd a abrazar a Julia. —Cristina, ;qué es lo que quieres? ;Quieres matarla?
«jPfff! Seguro que eres una actriz de fama mundial. Actias muy rapido». —Aqui no hay cdmaras, asi que corta —
se burlé Cristina. Sandra estaba tan agitada que se puso roja. Alin abrazada a Julia, no se atrevi6 a decir ni una
palabra y se dijo a si misma que no se excediera en su actuacién por si Julia se cansaba de ella.
En ese momento, se oy6 fuera el ruido del motor de un coche. «jNatén ha vuelto! jPor fin! Espera a que vea por
si mismo de lo que es capaz Cristina. La echara. El mero hecho de que hiriera a la sefiora Herrera basté para
echarla. Ningiin hombre puede tolerar a una mujer que pega a su propia madre». Unos suaves pasos resonaron
en el aire mientras el ambiente se volvia tenso hasta que Natan entrd en la casa. Mird a las tres mujeres
atrapadas en un estado lamentable y fruncié el cefio. —;Qué esta pasando? Al ver que tenfa a alguien que la
respaldaba ahora que su hijo habia vuelto, Julia se quejé: —Natén, Cristina es imposible. ha pegado! No
habra paz en la familia mientras ella siga aqui.