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¿Tuvimos un hijo

Capitulo 113
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Capítulo 113

Elias no pudo evitar entrecerrar sus ojos un poco mientras que observaba el largo y desordenado cabell

o de Anastasia que colgaba a la orilla de la almohada. Él era un depredador

bestial y silencioso que se acercaba poco a poco hacia su presa; mientras tanto,

la mujer que era su presa no estaba consciente de nada de lo que ocurría, él se sentó a la orilla de la

cama y la observaba cómo dormía en paz. Esos llamativos labios rojos la hacían lucir mucho más seduc

tiva. Un tramo de su cabello le cubría los ojos y él lo noto, por lo que acercó su mano al instante que lo v

io para moverlo a un lado

de su rostro; sin embargo, en el momento que tocó su cara, la chica emitió un balbuceo, pues daba al p

arecer que hablaba mientras dormía. De la nada, ella sostuvo las grandes palmas del hombre.

– Deja de jugar, Alejandro. Deja que mami duerma un poco –

murmuró y Elías quedó un poco sorprendido.

«¿Acaso cree que soy su hijo en este instante?». Poco después, la mujer enrolló sus manos alrededor d

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el brazo de Elías para luego

frotar su rostro en él; casi era como si frotara su rostro contra la cabeza de Alejandro. A él no le quedó m

ás opción que acercarse a ella para seguir con ese papel con el objetivo de que

no la despertara. Él giró su propio cuerpo a un lado y estiró su brazo para que ella lo pudiera abrazar; de

spués, él permitió con todo orgullo que presionara su propio brazo contra la parte de su

pecho, por lo que un sinfin de sensaciones recorrió el cuerpo del hombre cuando lo hizo. Se mantuvo en

esa misma posición tiesa mientras que la mujer dormía, por lo que no le quedó más opción que aprecia

r su encantador rostro que era iluminado por la poca luz; su suave y delicada piel le recordo de un platill

o que lucía exquisito y eso le hizo tener un deseo por ella.

Anastasia no tenía idea de como se veía mientras dormía, pero el hombre ya había explorado con su mi

rada cada centimetro de su rostro con total admiración; incluso había contado cuántas pestañas tenía e

n cada ojo durante toda la

noche. Ella lo tenía sujeto con fuerza, por lo que no podía retirar su brazo sin que la despertara. Elias se

enfrentaba contra el desafío más grande de toda su vida en esa ocasión; era una prueba de moderació

n. El hubiera hecho que Anastasia conociera sus habilidades si no tenia un buen control sobre su person

a.

–Estira tus manos, Anastasia. –

El intentó hacer que ella estirara sus manos mientras que dormía, pero no funcionó porque no sabía que

lo estaba abrazando en primer lugar; no solo eso, ipero ella también pensaba que abrazaba a su querid

o hijo! Elias decidió al final que ya no quería reprimir sus deseos, así

que se acercó para presionar sus labios contra las mejillas de la mujer; pero, en ese instante, ella se suj

etó a su cuello para luego colocar un beso en la mejilla.

–Sé un buen niño, Alejandro… –

Los rostros de ambos estaban justo en frente de ellos y Elías podía sentir la respiración de la chica mien

tras que exhalaba en su cuello; la sensación era como el de suaves plumas que acariciaban los más pro

fundo de su corazón y Elias podía sentir cómo su sangre hervía por el deseo. La realidad era que él no

era un caballero, pues estaba preparado para hacer algo con esa mujer si es que no lo soltaba pronto.

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Anastasia se frotó contra su cuello una vez más para luego cambiar su posición y tocar su oreja con la n

ariz; casi parecía como si ella intentara seducirlo. La gran manzana de Adán de Elías subía y bajaba al p

aso que hacía

su mejor esfuerzo por no permitir que sus hormonas lo dominaran, pero él estaba cerca de estallar. Nun

ca antes había conocido a una mujer que lo pusiera tan excitado, pero esa mujer fue capaz de hacerlo

mientras dormía; sin embargo, él no podía acostarse con ella sin importar cuánto quisiera hacerlo. En lo

único que podía concentrarse era en moderarse mientras que la mujer continuaba haciendo lo que dese

ara.

Al final, pareció que Anastasia desarrolló un disgusto por las fuertes hormonas del hombre, por lo que gir

estaba y luego se paró, pero se percató que estaba empapado de sudor cuando lo hizo, por lo que se ha

Supongo que me daré otra ducha fríar. Él

no volvió a entrar a su habitación después de eso y Anastasia consiguió la gran cama para ella sola, por

lo que dio vuclias por todo ese espacio que tenía. Casi tocaban las 4:00 de la madrugada para cuando el

por su propia cuenta. Ella abrió los ojos y se dio cuenta de que

observaba un candelabro decorativo que colgaba sobre su cabeza.