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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 179
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Capitulo 179

-¿En dónde estuvieron? ¿Por qué regresaron tan tarde? -dijo Anastasia mientras miraba con rabia a

Elías.

A lo que el hombre no pudo evitar sonreír.

– Llevé a Alejandro a cenar y luego fuimos a una sala de juegos que está cerca de aquí; creo que se

divirtió mucho.

-Mami, si fue muy divertido, me gustaria ir otra vez. – Estaba claro que el niño se sentia atraído por los

juegos recreativos y no podía dejar de pensar en ellos.

– Está bien, podemos ir ahí otro día, cuando esté libre. Pero ahora, es ahora de que te vayas a la cama,

solo recuerda lavarte primero. —Luego de dar indicaciones a su hijo, Anastasia se giró en dirección a

Elias y le dijo-: Presidente Palomares, ya es tarde y no lo quiero entretener más, debería irse.

– Mamá, eno podrías dejar que el señor Palomares entre con nosotros y beba algo? – Alejandro sintió

que su madre estaba siendo grosera al echar a Elías de esa manera.

Al escucharlo, Elias también intervino.

– No me quedaré mucho tiempo.

En respuesta, Anastasia asintió luego de recordar que había pasado la tarde entera cuidando de su hijo.

– Está bien, puede entrar a beber algo. —Anastasia notó el sudor en la frente de Alejandro, asi que fue

hasta su habitación en busca de su ropa para dormir-. Alejandro, primero vamos a prepararte para ir a la

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cama.

-Señor Palomares, iré a darme una ducha.

-Está bien. – Elias tomó asiento en el sofá.

Era evidente que la casa de Anastasia no era exactamente una mansión, pero era linda, cálida y muy

acogedora, por lo que no pudo evitar sentir que quería quedarse por más tiempo; se sentía a

gusto.

Al tiempo, Anastasia ayudaba a Alejandro a refrescarse y lo escuchaba hablar de lo mucho que se habia

divertido en la sala de juegos, además, Elías había asignado cuatro guardaespaldas para que no

perdieran de vista al niño, lo que significaba que había hecho un gran trabajo para garantizar su

seguridad. A pesar de que Elias se había llevado a su hijo sin su consentimiento, Anastasia se sentia

sorprendentemente tranquila, ni siquiera le preocupaba el hecho de que Alejandro estuviera al cuidado

de Elías.

«¿Desde cuándo desarrolle esta confianza con él?».

La propia Anastasia no se había dado cuenta de ello. Después de que Alejandro terminó de ducharse,

salió corriendo del cuarto de baño vestido con su ropa para dormir; entonces, con un cubo Rubik en la

mano, preguntó:

-Señor Palomares, ¿podría enseñarme a resolver esto?

Elias tomó el cubo y el mismo pareció cobrar vida al estar en sus manos mientras sus delgados dedos lo

giraban con destreza; sus acciones eran demasiado elegantes para ser reales y en cuestión de

segundos, había completado los seis lados del cubo Rubik. Anastasia había pasado por delante de ellos

mientras guardaba algo de ropa y no pudo evitar aplaudir en silencio al ver la rapidez con la que el

hombre resolvía el cubo; en eso, pensó que Elias era inteligente y que, si Alejandro convivia más con él,

podría llegar a ser un ejemplo a seguir. De pronto, Anastasia recobró el sentido:

-¿En qué tonterias estoy pensando? ¡No puedo creer que pensé en acercar a Alejandro a Elías para

que lo eduquel”.

Justo eran las 9:30 de la noche cuando Anastasia se giró hacia su hijo, quien estaba sentado en el sofá.

– Alejandro, mira la hora, ¿qué se supone que deberías estar haciendo ahora? —preguntó.

CS

El niño levantó la mirada para ver en dirección del reloj y dijo:

– Mami, podrías darme otros 10 minutos, por favor?

– No, ya es hora de que leas uno de tus cuentos para dormir y que vayas a la cama, además, el señor

Palomares también debe irse a su casa, se está haciendo cada vez más tarde. – Anastasia queria que

Alejandro dejara de molestar a Elías, así este último podría irse.

Sin embargo, el pequeño miró a Elías con tristeza.

-Señor Palomares, tengo que irme a dormir.

– Está bien, hazlo, es bueno que desde pequeño tengas un buen hábito de dormir, así podrás tener un

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estilo de vida saludable – dijo Elias, con la intención de alentar a Alejandro.

Al final, el niño se emocionó con sus palabras y se fue feliz a su habitación, así mismo, Anastasia fue

detrás de él y lo arropó; luego, ajustó la temperatura del aire acondicionado y cerró la puerta tras de ella.

Al salir, se dio cuenta de que el hombre que estaba sentado en el sofá se había desabrochado los

primeros tres botones de su camisa y sus delicadas claviculas quedaron expuestas; así mismo,

Alejandro ya no estaba a la vista, por lo que la expresión del hombre había cambiado por completo y

miraba a Anastasia con detenimiento, dado que era ella la persona que quería ver sin ningún tipo de

restricción; su mirada primitiva era bastante explícita.

-Hay que hablar. -La realidad era que Elias quería continuar hablando sobre el tema que no habían

terminado en el auto ese mismo día: él queria seguir hablando sobre el voto de Anastasia de

permanecer soltera por el resto de su vida, ya que queria ayudarla a sacar esa idea de su cabeza.

Por otro lado, Anastasia se dio cuenta de que Alejandro se había quedado dormido y solo quería

ducharse e irse directamente a la cama para poder descansar; por eso, ordenó la sala de estar y dijo sin

levantar la mirada:

-No estoy de humor para hablar, ya deberías irte a tu casa.

Luego de escucharla, Elías entrecerró un poco los ojos; la luz de la lámpara iluminaba fuertemente su

figura y parecía que de él desprendía una fría elegancia desde su interior. Incluso, parecía aquel

príncipe azul que recién había regresado de un baile.

-¿Podríamos hablar del padre de Alejandro? Me gustaría saber más sobre él —comentó de pronto, en

voz baja.