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Capítulo 194 Un brindis sin fin
Elías entrecerró los ojos ya que nunca había sentido ese tipo de ambiente; hasta la dulce sonrisa de la
mujer se había convertido en su vista favorita y su felicidad le afectó a tal grado que, hasta él, se sintió
feliz. Érica lo encontró mirando a Anastasia en varias ocasiones y esto le provocó una fuerte envidia,
pensó que si se reía a carcajadas lograría llamar su atención, pero ni siquiera eso funcionó.
Mientras tanto, Mario, quien estaba a un lado de Anastasia, ocultó con cuidado sus sentimientos por
ella, ya que, por la mirada de Elías, se dio cuenta de que también estaba interesado. Luego de cantar,
Franco caminó hasta la mesa de Anastasia y levantó su copa para brindar junto con Elías.
—Joven Elías, brindo por usted en nombre de mi carencia como anfitrión.
En seguida, Elías se puso de pie para corresponder a su brindis.
—Es usted muy amable, señor Torres.
Al ver que Franco había bebido su copa por completo, Elías, cuya copa seguía llena de cerveza, hizo lo
mismo y bebió todo el contenido.
—Anastasia, vuelve a llenar la copa del Presidente, qué esté llena, por favor —dijo Franco.
Sin embargo, Érica, quien estaba junto con ellos, ya tenía preparada una botella de vino.
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇt—¡Yo le sirvo, padre!
Y dado que Anastasia no estaba de humor para discutir, dejo que la mujer llenará la copa de Elías hasta
el tope; a lo que, en respuesta, el hombre solo frunció el ceño.
—Presidente Palomares, soy amigo de Franco, la realidad es que es muy raro encontrarse con
personas tan importantes como usted y por eso mismo me gustaría brindar por usted también —dijo el
hombre que estaba a un lado del padre de Anastasia, con mucho orgullo. Elías se puso de pie de
nuevo, alzó su copa y el hombre añadió—: Yo me terminaré mi copa, pero usted puede beber hasta
donde quiera.
Dado que se trataba de un amigo cercano de Franco y era mayor que Elías, pensó que por respeto
también debía terminarse la copa junto con él.
Mientras Anastasia veía como el hombre se bebía dos copas de alcohol casi una detrás de la otra,
recordó que Elías tenía estómago sensible y estaba a punto de decir algo cuando se dio cuenta de que
Érica ya le estaba rellenando la copa. Entonces, Anastasia jaló levemente de la manga del hombre y
este se acercó a ella.
—No deberías beber tanto, acuérdate de que tienes estómago débil, podrías enfermarte de nuevo —dijo
Anastasia con ternura.
En eso, una sonrisa lleno el rostro del hombre.
—Señorita Torres, ¿se está preocupando por mí?
En ese momento, Anastasia se dio cuenta de que otro amigo de su padre venía en su dirección y su
corazón se aceleró.
«¿En serio todos vienen a brindar con él?».
Elías provenía de una familia importante, mientras que esos otros hombres eran personas que
probablemente tenían problemas con el alcohol por el aspecto de sus barrigas, las que parecían estar
llenas de cerveza; y en ese tipo de eventos, se tenía la costumbre de brindar con la persona más
adinerada de la mesa, dado que era la que tenía el estatus más respetable entre todos los presentes,
por ello, fue que Elías se convirtió en su objetivo principal.
—Pre-presidente Palomares, no soy bueno hablando, pero me gustaría proponer otro brindis por usted,
por su salud y con la esperanza de que su empresa no deje de prosperar.
Ni siquiera Elías se había imaginado que sería el objetivo de este tipo de ataques, no obstante, como
todos eran amigos del padre de Anastasia, quien en un futuro sería su suegro, no podía permitirse
ofenderlo, así que se puso de pie de nuevo y con elegancia, levantó su copa y dijo:
—Gracias.
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmA Anastasia no le quedó más remedio que mirar como el hombre se terminaba otra copa y el pánico
comenzó a invadirla.
«Si siete u ocho amigos de mi padre brindaran con él, ¿podría perder el conocimiento en el momento?».
Además, Elías había crecido bebiendo vino importado de alta gama, jamás había tomado de las
cervezas que se vendían por menos de 10 en el mercado, así que Anastasia temía que le pasara algo si
continuaba así.
—Joven Palomares, es muy raro tener la oportunidad de beber con usted en la misma mesa, así que,
por favor, brindemos de nuevo —dijo otro hombre.
Para entonces, Anastasia se dio cuenta de que Elías ya se encontraba un poco ebrio, pero que sería
una falta de respeto no aceptar el brindis del hombre, así que, por la adrenalina del momento, tomó su
copa y la levantó en dirección al amigo de su padre:
—Lo siento mucho, pero yo aceptaré el brindis en nombre del presidente Palomares, ya que tiene
estómago sensible. —Así, se bebió el trago y todos quedaron sorprendidos, luego, tiró del hombre
confundido que tenía a su lado y le dijo—: presidente Palomares, ¿no tenía algo importante que hacer?
Ya tenemos que irnos.
En respuesta, Elías solo parpadeó.
Anastasia se levantó de su asiento sin más opciones y dijo a su padre:
—Papá, el presidente Palomares y yo nos iremos primero, por favor, disfruten su cena.