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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 200
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Capítulo 200

– Miguel, idejate de tonterías y vete a dormir! De verdad voy a colgar ahora.

Tras decir eso, Anastasia intentó agarrar su teléfono. Sin embargo, Elias na quería devolvérselo.

Anastasia no se atrevió a hacer mucho ruido, pues sería difícil explicarle a Miguel si se enteraba que

otro hombre estaba en su casa. Dañaría definitivamente su reputación.

—No quiero. Rápido, solo una canción. iTe estoy esperando! – Era evidente que Miguel se había dado

la vuelta y que esperaba pacientemente.

Al ver lo alto que estaba la mano de Elías, Anastasia saltó para poder alcanzar su teléfono, pero, al

siguiente segundo, se vio envuelta de la cintura por un brazo, mientras el hombre la aprisionaba contra

el balcón y la besaba sigilosamente, con su mano aún arriba. La mente de Anastasia quedó en blanco y

se sintió humillada al extremo.

«¿Lo está haciendo a propósito?».

-Anastasia, canta para mí. ¡Haz que este gran bebé se duerma! – Miguel seguía rogando al otro lado de

la linea.

Eso casi la volvió loca.

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«¿Cómo podría hacer eso? ¡Ahora mismo me está besando este bastardo de hombre!».

De repente le llegó una idea en el calor del momento y rodeó el cuello de Elias con sus brazos,

fingiendo sumergirse en el beso. Al ver que bajaba su mano lentamente como esperaba, Anastasia le

arrebató el teléfono con rapidez y se alejó jadeando ligeramente.

– Miguel, solo ve a dormir. iVoy a colgar ahora! -grito Anastasia para después terminar la llamada.

Enseguida observó al malvado hombre—. ¿Te divertiste?

so, Elias respondió inocentemente: -Solo estaba inquieto

– Tú… -Sin querer molestarlo más, Anastasia lo hubiera echado de la casa de no ser porque los

problemas de su padre necesitaban la ayuda de Elias.

Si Miguel hubiera sabido que estaban besando a Anastasia por unos diez segundos mientras hablaban

por teléfono, lo más probable es que hubiera perdido la cabeza,

pues eso significaba que habría perdido contra su desvergonzado primo.

Después de sacar sus pertenencias importantes de su habitación, Anastasia, antes de irse a dormir a la

habitación de su hijo, le dijo al hombre que estaba sentado en el sillón:

-Deberías irte a la cama más temprano. Y no me molestes mientras duermo.

-iPero aún no te has bañado! – Elias levanto sus cejas al decir eso.

-Si me baño o no, no es de tu incumbencia.

Como Anastasia no quería arriesgarse a que el hombre hiciera algo despreciable, se alegro de estar con

su teléfono en la habitación de su hijo. Después de todo, no apestaria por no bañarse un día. Esa

noche, Elias cumplió su deseo de volver a dormir en su cama.

A la mañana siguiente, Anastasia abrió sus ojos aturdida. Entonces se dio cuenta que había dormido en

la habitación de su hijo y recordó que Elias estaba en su habitación. Al abrir la puerta, vio que eran las

siete de la mañana. Como era sábado, Anastasia no penso que Elías estuviera despierto, así que se

estiró mientras caminaba hacia el balcón, pues, era un día en que podia relajarse. Los fines de semana,

la ciudad tenia una sensación de relajación; las tranquilas calles no tenían el ajetreo habitual del tráfico

matutino.

Mientras se servía una vaso con agua, Anastasia pensó en lo que iba a desayunar y en que debía ir por

su hijo. Entonces, el sonido de la puerta principal abriéndose, la sorprendió, se volteo y vio a Elías

regresando con desayuno en las manos.

—¿Despertaste temprano? – Anastasia miró al hombre sorprendida.

-Soy madrugador por costumbre. – Dejando el desayuno sobre la mesa, Elias dijo -: Ven y come!

Mientras lo miraba con sorpresa, pensó en como un hombre exitoso, tenia un firme control sobre su

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tiempo y que realmente no se quedaba dormido. Mientras Anastasia se sentaba para comer con él,

Elías sostenia elegantemente un pedazo de pan mientras decía con despreocupación:

– Te puedo acompañar a recoger a Alejandro más tarde.

De inmediato ella rechazo su idea moviendo la mano.

– No es necesario. Iré yo sola.

– Temes que Miguel nos vea juntos? —preguntó Elías mientras la miraba.

Por razones que desconocía, Anastasia no quería que nadie supiera lo cercana que era a Elías.

– Por cierto, presidente Palomares, cumplirás tu promesa de ayudar a mi padre, ¿verdad? – Cambiando

de tema, Anastasia pensó que, ya que lo había dejado dormir en su cama, más le valía honrar su

palabra.

– Por supuesto que lo haré. -Con una sonrisa, Elías continuo-: Cualquier promesa que te haga, siempre

la voy a cumplir.

Incapaz de mirar sus carismáticos ojos, Anastasia solo pudo bajar la mirada y continuar masticando su

pan.

-Gracias.