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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 215
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—¡El presidente Palomares salió de mi casa anoche! ¡Soy la única mujer que lo ve cada noche, así

que no te preocupes! Helen no pudo evitar mentir y dar una falsa impresión de que ella y Elías estaban

muy enamorados. Por fortuna, Maya le creyó cada palabra, suponiendo que Elías era su verdadera

novia y que Anastasia era la amante descarada. Tras colgar el teléfono, Helen estaba tan furiosa que

lanzó su almohada. —Anastasia Torres… ¿Por qué sigues atormentándome? ¿Por qué tienes que

estar alrededor de Elías todo el tiempo? ¡Debo arruinar tu reputación y hacerte la vida miserable! Por

otra parte, en la oficina del Grupo Palomares, Elías regresó para encargarse de algún trabajo. Al

sentarse en el escritorio, tenía un montón de documentos por firmar; sin embargo, estaba soñando

despierto. En ese momento, estaba ansioso por saber lo que le pasó a Anastasia en aquel entonces;

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quería conocer al imbécil que se acostó con ella para averiguar cómo ayudarla de cualquier forma.

Mientras ella abriera la boca, él encontraría a ese idiota y lo haría pagar por sus acciones. De repente,

Elías se acordó de alguien: Helen, quien sabía lo que le pasó a Anastasia, así que tal vez podía

sacarle algo de información. También, se percató de que, después de conocer a Anastasia, ya no

pensaba en Helen, a quien solo le daba compensación material. Aun así, le sorprendía ya no tenerla

tan presente. Solía recordar aquella noche de hace cinco años en la que la pobre Helen lloraba frente

a él. Cuando pensaba en la mala cicatriz que le dejó, se culpaba a sí mismo. Ahora que Helen aceptó

su ayuda mientras él hacía lo posible por satisfacer su situación actual, por fin tenía alivio en su

corazón. Ante esto, la llamó. —¡Hola, Elías! ¿Eres tú? —Helen sonaba entusiasmada. —Sí, soy yo.

¿Estás libre esta noche? Te invito a cenar. —¡Claro! Tengo tiempo. ¿Debo ir a verte? —Yo te llamo

más tarde. —Está bien. Te he extrañado tanto —dijo ella, aprovechando la oportunidad de confesarle

lo que sentía. —Te veo esta noche. Con eso, Elías le colgó. Aunque era consciente de cuánto lo

admiraba Helen, no podía aceptar sus sentimientos. En realidad, le sentía lástima y nada más.

Entonces, Elías llamó a Anastasia, quien tardó en contestar el teléfono. —Hola, ¿necesita ayuda con

algo? —le respondió con frialdad. Aunque sabía que fue Elías quien la llamó, ella le habló como si se

tratara de negocios. Mientras tanto, el hombre frunció el ceño; por supuesto, Anastasia sabía

aprovechar cualquier oportunidad para provocarlo con sus palabras. —Tengo un asunto que atender

esta noche, así que no podré cenar en tu casa —le dijo con voz baja. —Claro, adelante. —Ahora,

Anastasia sonaba más contenta. —¿No puedes hablarme de manera amistosa? —le preguntó,

frustrado. —¿No sabe que es de cortesía respetar primero a los demás para que lo respeten a uno? —

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se burló. Al fin y al cabo, alguien que la besaba a la fuerza y se aprovechaba de ella no se merecía su

respeto. —De acuerdo, tendré eso en mente —le contestó luego de unos segundos. Después de esto,

Anastasia colgó el teléfono, dejando atónito a Elías, quien, como siempre era el primero en colgar, no

esperó eso de ella. A las 2:00 de la tarde, Helen contrató a todo un equipo de maquillistas y estilistas

profesionales para alistarla para la cena. Aunque solo era una comida con Elías, quería verse

presentable y quería usar el mejor maquillaje, el vestido más hermoso, por lo que cada detalle tenía

que estar refinado a la perfección. Además de todo esto, ¡Helen quería presumir delante de Anastasia

y hacerle saber que cenaría con Elías! Como no había muchas oportunidades para que Helen se

luciera, quiso aprovechar la ocasión. A las 4:00 de la tarde, Helen llegó a la oficina de Anastasia,

atrayendo las miradas de todos los empleados, quienes pensaban: «¡Dios mío! ¿No es esa la novia

del presidente Palomares? ¿Vino aquí por Anastasia? ¿Es un encuentro entre rivales amorosos?

¿Empezarán una pelea?». Justo cuando Anastasia alistó su bolso y estaba por ir a recoger a su hijo,

Gabriela entró de repente y tartamudeó: —A-Anastasia… La novia del presidente Palomares está

aquí.