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—No va a venir. Es un hombre ocupado, Alejandro. Quizás no vaya a volver más. No lo extrañes
mucho—Anastasia miró a su hijo con una expresión seria, intentaba deshacerse de su anhelo. —Pero
lo extraño—el pequeñín hizo una cara de puchero ya que extrañaba a Elías con todas sus fuerzas. —
Ya deja eso. No podemos molestarlo, ¿está bien?—dijo Anastasia luego continuó con un tono más
feliz—. Quizás vaya a tener un auto mañana, así que cuando me lo den vamos a pasear, ¿te parece?
— ¡Yupi! ¡Sí! Mami va a conducir. Anastasia llevó a su hijo a casa y llevó pizza para cenar. Debía de
trabajar en la noche, por lo que el niño no la interrumpió. Seguía trabajando en sus bocetos cuando de
pronto la pantalla azul de la muerta apareció en su computadora. Ella había avanzado bastante, pero
ahora se encontró con una pantalla azul. «¿Qué es lo que pasa? ¿Qué pasará con mis documentos?
Anastasia llevó su cabeza a sus brazos y gruñó. Eran las 9 de la noche y debía enviar sus bocetos
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇtmañana a las 10 de la mañana. Si no terminaba su trabajo hoy, Alexis lo deduciría de su bono. «¡No
puede ser! Acabo de comprar un autor y estoy corta de dinero. ¡Tengo que hacer dinero.» Anastasia
se desesperó por unos segundos, luego de inmediato pensó en alguien; Óliver del bloque 10. Es
bueno con las computadoras, pero no podía hacer que la arreglara por lo que sólo podría pedirle que
le dé un vistazo. Además, Óliver parece ser una persona de confianza. Ella miró la hora, sabía que
debía molestarlo por ayuda. «Me pregunto si está trabajando tiempo extra. ¿Estará en casa?»
Anastasia marcó el número de Óliver. Éste sonó por ocho segundos antes de que una voz varonil se
escuchara del otro lado de la línea. — ¿Aló? ¿Señorita Torres? —Óliver, ¿estás ocupado? Mi
computadora se acaba de poner la pantalla azul y tengo que enviar varios bocetos mañana. ¿Podrías
venir y darle un vistazo?—Anastasia rogó. —Claro, ahí estaré. Dame un momento. —Claro, claro.
Disculpa por la molestia. —Para nada—dijo Óliver con seguridad. Anastasia le dijo a su hijo que
Óliver iba a venir para arreglar su computadora. El niño asintió. Ella cambió sus pijamas a algo más
casual como una camiseta y unos pantalones de mezclilla. Esperó a que Óliver llagara a tocar la
puerta. Después de 10 minutos, Óliver tocó la puerta y Anastasia le dio la bienvenida. Él estaba
usando una camisa azul junto unos pantalones de mezclilla. Como programador, era raro verlo con un
cabello negro y grueso, esto le daba un aura relajada y alegre, sin mencionar sus facciones de galán.
— ¡Has llegado, Óliver! ¡Pasa, pasa! No hay necesidad de quitarse el calzado—le dio la bienvenida
con entusiasmo. Óliver llegó preparado para arreglar su computadora, llevó una memoria USB y entró
a la habitación de Anastasia. El niño se acercó a ver mientras le daba un vaso de agua a Óliver. —
Señor Rosales, tenga un vaso de agua. —Gracias, Alejandro. Voy a arreglar la computadora de tu
mamá primero—Óliver tomó el vaso de agua y lo puso a un lado, luego empezó a trabajar con esmero
en el dispositivo. Mientras tanto, un misterioso y lujoso auto de color negro se detuvo en la entrada del
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmcondominio. Ray miró al hombre en el asiento trasero, el cual tenía los ojos cerrados. —Presidente
Palomares, ¿está seguro de que no quiere ir a casa a descansar? No ha dormido en las últimas 24
horas. —No lo necesito—Elías abrió los ojos. Se apresuró a regresar pronto para ver a aquella mujer
y su hijo. — ¿Lo acompaño? —No, está bien—Elías abrió la puerta del auto y salió de éste. Ya era
conocido por los guardias de seguridad, por lo que el guardia de mediana edad le permitió pasar.
Aunque el bello rostro de Elías se veía cansado parecía estar de buen humor al pensar en la mujer y
su hijo. Caminó hacia su destino mientras la brisa le pasaba por el rostro. «Me pregunto si esa
desgraciada me extrañó en los últimos días,» Elías fue hacia la unidad número 1502 del 15vo piso del
bloque 8. Él poseía una copia de la llave, pero Anastasia se la tomó por lo que sólo pudo tocar la
puerta. Anastasia estaba en su habitación viendo como Óliver reparaba su computadora. Ella frunció
el ceño cuando escuchó a alguien tocar la puerta. ¿Quién sería a esta hora? ¿Sería algún trabajador
para revisar el gas? Después de todo había un aviso pegado en su puerta en la tarde. Ella caminó
hacia la puerta y procedió a abrirla sólo para quedar pasmada justo en el lugar, pues había reconocido
al hombre bajo la luz.