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Capitulo 380
-Claro que no, esa no era mi intencion. Ambas son hijas del señor Torres y eso las hace iguales -
explicó Mario de inmediato.
-¿En donde está mi padre, señor Salcido?
-Está en una reunión con un cliente.
-Quiero que me mantenga al tanto de todo lo que sucede con la empresa, señor Salcido, quiero
participar en los negocios de mi padre-ordeno Erica.
Aunque en el fondo se sentia asqueado por la mujer, no tuvo más remedio que sonreir y asentir.
– Claro
–Bueno, creo que me iré – dijo Anastasia, pues se negaba a seguir en el mismo lugar que Érica.
—Yo tambien -dijo Erica desesperada.
-Vamos.
Anastasia se fue junto con Mario y rápidamente Erica tomó su bolso y los alcanzó, sin embargo, para
el momento en que llegó a la planta baja, se dio cuenta de que el auto de Mario se puso en marcha sin
esperarla, lo que por obvias razones la habia molestado.
-¡Maldito, Mario! ¿Cómo te atreves a ignorar mi presencia? Me aseguraré de que pagues por tu falta.
De hecho, el hombre dejó a Érica a propósito porque quería ganarse el corazón de Anastasia, pero
Follow on NovᴇlEnglish.nᴇtcuando el auto arranco, noto la preocupación en el rostro de la mujer.
-¿Le sucede algo?
-No es nada -respondió ella mientras sacudía la cabeza.
Justo en ese momento, comenzó a llover y con cada minuto que pasaba, la intensidad de las gotas se
volvía cada vez más fuerte, entonces, Mario sugirió detenerse en un café cercano hasta que la lluvia
se despejara antes de volver a tomar el camino.
-Está bien-aceptó Anastasia, pues no quería poner en riesgo la vida de los dos debido al clima
lluvioso.
Así, Mario se dirigió a una cafeteria, donde ambos entraron rápidamente y se sentaron. Pronto, los
truenos se hicieron escuchar en el cielo y los relámpagos comenzaron a caer; mientras tanto, Elias se
detuvo cuando estaba a punto de firmar algunos papeles dentro de su oficina en el Grupo Palomares.
En ese momento, llegó a su mente la mirada temerosa de Anastasia ante los truenos y por impulso,
tomó su teléfono y le envió un mensaje de texto:
En donde estas?
Pasaron 10 minutos y no obtuvo respuesta, entonces comenzó a perder la paciencia y se preguntó si
la mujer ya se habia olvidado de él, por lo tanto, decidió llamarle. Por otro lado, Anastasia volteo los
ojos cuando miró la llamada que estaba entrando a su teléfono, frunció el ceño preguntándose porque
el hombre no dejaba de molestarla.
–¿Por qué no respondes? – preguntó Mario.
-No es importante-dijo ella, mientras rechazaba la llamada.
No obstante, Mario alcanzó a ver el identificador de llamadas y se dio cuenta de que era Elias. El
hombre estaba sorprendido al darse cuenta de que, a pesar de su estatus poderoso, Elías seguia
humillándose, aunque podría tener el corazón de cualquier mujer, hasta de las hijas de los hombres
más adinerados.
En ese momento, Anastasia recibió otra notificación a su teléfono y revisó el mensaje de texto que le
había llegado:
Voy a tu casa.
Entrecerro los ojos pensando por qué ese hombre la visitaría con tan terrible clima.
No estoy en casa, así que no te molestes en buscarme.
Respondió ella a su mensaje.
«¿En dónde estás? Iré a hacerte compania.
Elias queria saber su paradero.
«No es necesario, ya estoy con alguien”.
Respondió Anastasia de forma provocativa.
«¿Quién?
«El señor Salcido. Estamos tomando té en estos momentos».
Follow on Novᴇl-Onlinᴇ.cᴏmRespondió ella.
¿Están saliendo?
Preguntó Elias sin rodeos.
*Algo así.
Anastasia se rehusaba a darle más explicaciones. Sin embargo, luego de unos segundos su teléfono
sono, aunque, esta vez, se trataba de una llamada; respiró hondo y contesto:
– Me dejarias en paz, por favor? -dijo ella.
– Voy a buscarte a la empresa de tu padre -respondió el hombre.
-¿Ahora mismo? Pero está lloviendo a cántaros, por qué lo harías? -preguntó Anastasia, quien estaba
sorprendida.
-Te veo ahi. -Así, Elías terminó la llamada.
En el fondo, Anastasia no pudo evitar pensar en que Elías estaba loco, después de todo, solo el
querría mojarse bajo la terrible lluvia de ese día.
-Señor Salcido, tenemos que regresar. Creo que el clima no es apropiado para visitar a nuestra
empresa subsidiaria el día de hoy, vayamos otro día -dijo ella, mientras levantaba la cabeza para mirar
a Mario.
-¿Qué? ¿Quiere que regresemos ahora mismo? – Mario estaba confundido.
-Sí, eso haremos respondió Anastasia con determinación. Entonces, procedió a pagar la cuenta antes
de que Mario pudiera hacerlo.