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¿Tuvimos un hijo

Chapter 389
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Capítulo 389

La mujer no pudo evitar sentirse un poco mejor luego de apoyarse contra su pecho y escuchar sus

sólidos latidos; en eso, giró la cabeza para plantarle un beso en el cabello. Anastasia no sabía la

sensación tan increíble que era para el tenerla de nuevo entre sus brazos. Por otro lado, el amplio

pecho del hombre le daba una sensación de seguridad, por lo que creia que ya no había nada que

temer; en eso se puso a pensar en qué momento había empezado a gustarle tanto esa sensación.

La pareja veía juntos el canal de negocios, pero en realidad, el único que estaba prestando atención

era Elias, porque poco después, Anastasia comenzó a cabecear, además de que se sentía demasiado

cómoda entre sus brazos. Así, antes de que pudiera darse cuenta, cerró los ojos y el sueño se

apoderó de ella, al grado que poco después, comenzó a respirar de manera uniforme. Justo en ese

momento, Elías apagó el televisor y la tomó entre sus brazos, sin embargo, la mujer se despertó de

repente y por instinto, lo rodeó del cuello, luego lo miró con ojos llenos de amor y dijo:

-¿A dónde me llevas?

-A dormir.

– Dormiré con Alejandro. —No tenía intenciones de dormir con él.

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Sin embargo, el hombre la llevó directamente a la habitación principal.

-No hay diferencia.

No había manera de que fuera lo mismo, por eso, la somnolencia de Anastasia desapareció de

inmediato y se dirigió a la puerta en el momento en que Elías la dejó en el suelo, sin embargo, el la

agarró y la atrajo hacia él una vez más, obligándola a verlo a los ojos. Debido al esfuerzo, el cabello de

Anastasia se soltó de su coleta y su camisón de terciopelo color perla hizo que su rostro se viera más

inocente y seductor de lo normal; seguramente ella se convertiría en la razón de su muerte.

Elías tragó saliva, como si estuviera haciendo todo lo posible para contenerse. Anastasia captó la

posesividad en sus ojos y de inmediato advirtió:

-No te… – Así de fácil la hizo tragarse la palabra «atrevas».

Había que reconocer que Anastasia no podía negarse a sus besos, cada uno de ellos le provocaba

una sensación de cosquilleo que le hacía desear más a pesar de sentirse avergonzada. De repente, él

la soltó y preguntó con voz ronca:

-Quieres hacerlo?

— No! — Anastasia se negó a su deseo, pero sabia que en el fondo si queria intentarlo, porque queria

saber si seria capaz de aceptarlo de nuevo, más que nada por el trauma que su presencia le causaba,

ya que no queria que esa misma situación de hace 5 años la persiguiera por el resto de su vida; la

mujer tenia el deseo de sentir alegria y de experimentar como alguien normal, sin embargo, lo apartó

mientras decía -:es muy tarde, deberias dormirte temprano.

« i Alejandro está en casa, por el amor de Dios!».

Por otra parte, Elias se limitó a preguntar con sinceridad, porque ella misma tenía que tomar la

decisión de querer hacerlo, si no lo hacía, jamás la obligaría, aunque estuviera a punto de explotar.

Asi, Anastasia se escabulló hasta la habitación de su hijo, pero no podía dejar de pensar en Elías, sus

besos, su aliento y su mirada.

A la mañana siguiente, Anastasia abrió los ojos completamente cansada y se encontro de inmediato

con un par de ojos angelicales mirándola fijamente.

-¿Qué sucede? —Se enderezó y besó la cabeza del pequeño.

– Mami, voy a llegar tarde a la escuela -dijo él con seriedad.

-¿Qué? ¿No es sábado?

– No, apenas es viernes —respondió el niño, sin evitar preguntarse si su madre estaba soñando.

Anastasia se dio un leve golpe en la cabeza porque había tenido problemas para dormir gracias a

Elías.

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«Elias! ¡Es cierto, está aqui!”.

-Cariño, ¿está el señor Palomares por aquí?

-¡Sí! Te está esperando en la sala de estar.

-En ese caso, deberías pedirle que te lleve a la escuela, todavía tengo mucho sueño. —Anastasia

estaba siendo perezosa por esa vez.

– i Está bien! – El pequeño se dirigió hasta la puerta–, señor Palomares, mi mami quiere dormir un

poco más, éusted podría llevarme a la escuela, por favor?

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Claro que Elías estaba más que feliz de hacerlo, así que, con una sonrisa en el rostro, respondió:

– iPor supuesto! Ve por tus cosas, yo le avisaré a tu madre.

-De acuerdo.

Anastasia todavía estaba medio despierta y se estaba acomodando en una posición más cómoda

cuando escuchó que la puerta de su habitación se abrió, de pronto, unos pasos caminaron hacia ella y

con ello, alargó la mano para acariciar una pierna mientras decía con cariño:

– iApúrate, ya debes irte a la escuela, Alejandro!

wicAlejandro?!».

Elías se rio en voz baja y se inclinó un poco sobre ella.

– Claro, ya llevaré a tu hijo a la escuela, pero tienes que besarme a cambio.