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Capítulo 124
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Capítulo 124

Dorian ni siquiera tenía que adivinar por qué Amelia le había enviado una solicitud de amistad.

Acababa de pedir el número a Susana y justo después, Rufino había estado indagando con la chica sobre el asunto del niño. Con la astucia de Amelia, con solo una indirecta de Susana ella habría conectado los puntos.

Antes en el auto, él habla ofrecido su número de teléfono y ella había rechazado la invitación. Ahora, de repente, eral ella quien buscaba el contacto. No había duda de que quería confirmarle en persona que el niño no existía.

Era una herida sangrante.

Para Amelia lo era y para él también.

Dorian no queria tocar ese tema nunca más.

Miró la palabra “Aceptar” en su pantalla durante un buen rato, finalmente presionó “Rechazar” y lanzó el celular a un lado, volviendo su atención a la computadora.

Cuando Rufino llegó al bar, Rafael también estaba justo llegando a la entrada, acababa de bajar del carro.

Rufino le mostró una sonrisa amplia y le una palmada en el hombro: “¿Qué te trae por acá de repente?”

gradué, ¿para quéiba a quedar allá si no?”, dijo Rafael, entrando al bar con él.

Era un bar con un ambiente más bohemio, tranquilo, con música suave de fondo, nada que ver con el bullide los

clubes más ruidosos

“¿Te interesa trabajar en mi empresa?”, preguntó Rufino. “Acabo de traer mi filial de vuelta al país y estamos necesitando gente. ¿Te animas a unirte?”

Rafael lo miró “¿Y Amelia? Ella sola vale por varios.”

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“Mejor no hablemos de eso, es como echarle limón a la herida”, suspiró Rufino al mencionarla.

Rafael frunció el ceño: “¿Qué pasa? ¿Amelia no quiere regresar?”

El hombre respondió: “Ella ha estado estos dias en el país, pero no quiere unirse a la nueva empresa.”

“¿Por qué?”, preguntó el otro, desconcertado.

“Tiene sus preocupaciones, supongo”, dijo Rufino, evitando hablar de la vida privada de Amelia. Sacó el diseño que ella había hecho para un resort y se lo pasó a Rafael, “La empresa acaba de conseguir un nuevo proyecto y queremos que sea el primero para promocionar nuestra filial aqui. A Amelia le encanta su diseño y al cliente también, pero ella tiene sus dudas y está pensando en abandonarlo. Tú la conoces bien, ¿podrías hablar con ella?”

“¿Desde cuándo somos tan cercanos?”, se Rafael, tomando los papeles y al abrirlos, su mirada quedó atrapada por

las imágenes.

Rufino notó el camen su expresión: “¿Ves? Sería una lástima dejarlo pasar, ¿no?”

Rafael asintió: “Si, seria una pena.”

Miró a su colega: “¿Por qué quiere abandonarlo?”

*Ella…”, Rufino quería decir que Amelia no quería enredarse con su exmarido, pero recordó que él solo acababa de enterarse esa noche de su pasado con Dorian, y probablemente nadie más sabía que ella había estado casada. No eral su lugar divulgar los asuntos personales de Amelia, así que dijo con tacto, “No estoy del todo seguro, quizás tiene que ver con sus planes de vida a futuro, no quiere quedarse por aquí.”

Rafael no entendía: “¿No planea desarrollar su carrera en el país?”

Rufino continuó: “Dice que no por ahora, quiere viajar y explorar.”

‘Eso es comprensible, cada quien tiene sus deseos. Pero, Rufino lo miró, parece una pena. Si acepta el proyecto no tiene que impedirle viajar, podría supervisar de vez en cuando. Pero el derecho de autor del diseño pertenece a la empresa El cliente ya dijo que si ella no sigue, van a rehacer el diseño, lo que significa que su trabajo nunca se

materializard

Asi que pienso, Rufino miro a su colega, que sería mejor que siguiera adelante. Ella misma ha puesto mucho esfuerzo en ello y realmente le gusta. Sería una verdadera pena que lo dejara.”

Rafael asintió, definitivamente sería una pena.

Su colega, con ese aire despreocupado que lo caracterizaba, se encogió de hombros y le devolvió los papeles. “Cada quien tiene sus razones, hermano, yo solo soy un forastero en sus asuntos, no me queda bien meterme.”

Rufino volvió a guardar los documentos en su portafoy le dijo: “No te estoy pidiendo que seas un intermediario, pero ella siempre te ha tenido en alta estima, ¿no es así? A veces la gente se hace

bolas con sus pensamientos y necesita a alguien que le aclare las ideas.”

Después de reflexionar un momento, Rufino no pudo contenerse y añadió: “Al final de cuentas, todo se reduce a un lío de amorios. Creo que es una tontería que una chica sacrifique su futuro por un romance.”

Rafael lo miró fijamente: “¿Problemas de amor?”

Rufino asintió: “No tengo todos los detalles, pero en esencia, eso es. Sin embargo, no es para tanto. En el amor, como en la vida, a veces se gana, a veces se pierde. Dejarlo todo por eso sería una lástima.”

Rafael estuvo de acuerdo con un gesto: “Sí, sería una lástima.

Bueno, intentaré hablar con ella Tomó los documentos y sacó su čelular.

“¿Y tú?”, preguntó Rufino, ¿Vendrás a la oficina conmigo?”

“Ya veremos, contestó su colega, “lo pensaré.”

Rufino asintió y se fue: “No lo pienses demasiado.”

Rufino, con el celular en la mano, sentía la urgencia de compartir la buena nueva con Dorian. Había encontrado otro talento para la empresa.

La indecisión de Rafael, a los ojos de Rufino, era casi un sí.

Dorian no lograba concentrarse en el trabajo como solía hacerlo.

Miró su correo electrónico por un rato, pero su atención pronto volvió al celular, que había dejado a un lado.

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Tomo el telefono y revisó el mensaje de solicitud de amistad que había rechazado. Se quedó en silencio.

El comentade Rufino sobre lo que pasaría si Amelia no se unia a la compañía le vino a la mente sin querer.

“¿No podrías hablar con ella? Sería una pena que dejara pasar esta oportunidad.”

Desvió la mirada, sus ojos oscuros se perdieron en la penumbra nocturna afuera de la ventana.

Después de un rato, volvió a enfocarse en su teléfono.

Busco en sus contactos el número de Rubén.

Dorian y Rubén, colegas en el sector, tenían cierta camaraderia y sabía que Rubén había sido un mentor crucial para Amelia en la universidad.

Ella le debía mucho a Rubén; su respeto y gratitud eran inmensos.

Dorian lo llamó para invitarlo a cenar al día siguiente.

Hacía tiempo que no se veían, y Rubén aceptó al instante.

Después de colgar, contempló de nuevo la solicitud de amistad rechazada. Después de un momento, salió de la aplicación.

Amelia sentía un aliextraño al saber que Dorian había rechazado su solicitud.

No habla ninguna notificación del rechazo, pero el tiempo transcurrido era prueba suficiente de que no había aceptado. No estaba segura de qué sentir, pero su corazón, que había estado en vilo toda la noche, finalmente se serenó.

Temia que Dorian aceptara la solicitud tanto como temía que no lo hiciera. Habla estado luchando consigo misma toda la noche.

Ahora que todo estaba decidido, finalmente pudo relajarse.

Con un suspiro profundo, se levantó y sin querer tiró el resumen médico que había estado sobre la mesa toda la noche. El papel ya estaba amarillento

Lo miró un instante, lo recogió y comenzó a arrugarlo para tirarlo, pero se detuvo a mecamino, lo observó de nuevo y finalmente decidió guardarlo. Luego tomó su celular y reservó un vuelo de regreso a Zúrich para la mañana siguiente.